La maravillosa vida breve de Los Vidrios Quebrados

A medio siglo de su único disco, Fictions, un nuevo libro con imágenes inéditas y un concierto reviven a uno de los grupos pioneros del rock chileno.

A medio siglo de su único disco, Fictions, un nuevo libro con imágenes inéditas y un concierto reviven a uno de los grupos pioneros del rock chileno.

De pie, sobre un muro de piedra, están los cuatro integrantes de Los Vidrios Quebrados. Héctor Sepúlveda, Cristián Larraín, Juan Mateo O’Brien y Juan Enrique Garcés miran todos a la cámara y visten ternos, abrigos y camisas. Algunos llevan corbatas. El bajista se tapa la mitad del rostro al sostener un cigarro.

La imagen, en blanco y negro, había permanecido prácticamente oculta por décadas, pero ahora se puede ver en Ficciones. Los mil días de Los Vidrios Quebrados (Libros del Pez Espiral), libro que el músico y periodista Gonzalo Planet presentará la próxima semana y que recoge una selección de la única sesión fotográfica que el grupo realizó antes de editar Fictions (1967). Las doce canciones que están en ese único disco, además de un single anterior (“Friend” / “She’ll never know I’m blue”), eran hasta ahora el testimonio más directo de la corta e intensa vida del grupo, iniciado bajo el influjo de la Invasión Británica (Beatles, Stones, Who, Yardbirds), las guitarras de los Byrds y las letras de Bob Dylan.

“Es un archivo fotográfico bastante único para esa época, creo que no hay algo así para bandas como Los Jockers o Los Beat 4, por ejemplo, entonces es una ventana visual bien particular. No hay muchos registros visuales de esa generación de bandas”, dice Planet en una entrevista que emitirá el programa Pasaje Nocturno de Radio Universidad de Chile.

El autor, bajista del grupo Matorral, ya había publicado Se oyen los pasos, una investigación sobre el rock chileno de fines de los ’60 e inicios de los ’70, pero ahora se enfoca en un grupo que tiene un atractivo específico: “Era inusual que en esa época los grupos hicieran canciones propias y es un disco compuesto totalmente por sus integrantes, lo que le da un mérito. Estaba casi a la par con lo que estaba pasando afuera, tal vez con un pequeño desfase. Se notaban sus influencias, pero no era tan imitativo como otros colegas de su época. Yo creo que todas esas cosas me fueron convenciendo de que este era el disco clave de esa generación. Hay otros discos muy buenos, pero este es el clave”, explica.

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El libro tiene su origen en el descubrimiento de casi 300 negativos de aquella sesión fotográfica, realizada en el otoño de 1967 en el entonces flamante Parque Juan XXIII de Ñuñoa. Los autores de las fotos son el sociólogo Juan Casassus y el periodista Nicolás Luco, quienes captaron al grupo entre árboles y en el anfiteatro del parque, con películas como A hard day’s night y Blow up en mente. “Los Jockers se disfrazaban de rockeros, pero nosotros no teníamos plata para disfrazarnos, seguíamos el lado más oscuro de los mods y los Beatles. La primera época, en blanco y negro”, compara O’Brien.

En otras fotos, el grupo aparece entre escombros, paredes semiderruidas, antiguos camiones y carretelas. Es decir, el paisaje que se podía ver entonces en los límites de la ciudad. “Yo me acuerdo vagamente de ese día y la memoria se me mezcla con las fotografías, entonces tengo los recuerdos en blanco y negro – explica Juan Mateo O’Brien. Pero lo asocio mucho con el Santiago de entonces, que era muy de pueblo chico. Recién se estaban haciendo los barrios altos, se hablaba de Las Condes y El Arrayán como pueblos fuera de la ciudad. Sacamos las fotos en la chacra Santa Julia, que era uno de los límites de Santiago, porque más allá era campo. Santiago estaba lleno de carretelas con caballos, con la pobreza encima tuyo, con niños que llegaban a tu casa pidiendo pan a pata pelada. Era todo muy diferente”.

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El libro, que además incluye textos y archivos de prensa, también funciona como celebración por los 50 años de Fictions, un disco grabado tan solo en tres noches y que en cerca de media hora intercala citas literarias con temas como la homosexualidad, el derecho a escoger un camino propio y la renovación generacional. Todo, cantado a ritmo de rocanrol o sobre delicados arreglos de guitarra. “En esa época vivimos tan intensamente, que por un tiempo incluso  dejé de escuchar a los Beatles, porque estaba saturado. No escuchaba nuestra música. Tenía el longplay, algunas versiones en CD, pero nunca tenía gran afición por escucharlas. Ahora he empezado a mirar retrospectivamente las composiciones… y la verdad es que son bonitas”, dice Cristián Larraín.

“Hay que reconocer que el disco debe ser muy bueno. Si pasa la prueba del tiempo no es mérito mío al rescatarlo, simplemente hay gente que lo escucha y le gusta, entiende que tiene un valor musical grande. También habrá alguna sorpresa respecto de la capacidad de hacer letras con contenido en los años 60. Era anticipatorio. Era una visión musicalmente novedosa y letrísticamente atrevida”, añade O’Brien.

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Si Fictions era hasta ahora el testimonio más palpable de Los Vidrios Quebrados, es porque el grupo se disolvió poco después de publicarlo. “Hubo bastantes solicitudes, incluso para ir al Festival de Viña, pero mis amigos se fueron a Europa, a lo que llamaban la cuna del beat, porque acá estaban un poco aislados. El grupo se separó y cada uno siguió su camino, así que para el ’68 el grupo ya no existía. Yo no me pude ir porque tenía 19 y en esa época era menor de edad, así que me quedé estudiando Medicina no más”, recuerda Larraín.

Larraín y O’Brien, además, son los dos únicos integrantes del cuarteto que permanecen con vida. El baterista Juan Enrique Garcés falleció hace años, mientras que el guitarrista Héctor Sepúlveda murió en abril de este año. Él, según sus compañeros, era el gran responsable de la musicalidad de la banda: “Fue el genio”, sintetiza O’Brien.

El lanzamiento del libro, por lo tanto, será también un homenaje para ambos músicos y una ocasión de revivir las canciones del grupo, porque O’Brien y Larraín se reunirán por primera vez en un escenario para interpretar Fictions junto a una banda de apoyo, integrada sobre todo por miembros de Matorral (detalles al final de la nota).

Esa noche será lo más cercano a una reunión de Los Vidrios Quebrados, una idea que rondó a inicios de este año, cuando Héctor Sepúlveda abrió esa puerta en una entrevista con el diario La Hora: “Antes no me parecía, porque había visto algunos revival y los encontraba penosos. Pero me pasó que un día, caminando por la calle, tuve una visión de cómo éramos Los Vidrios Quebrados cuando tocábamos en vivo. Y me gustó”, dijo el guitarrista, quien luego de abandonar el grupo se dedicó a tocar un rock más pesado y ligado al blues.

“A Héctor lo veía ocasionalmente, pero me reencontré con él cuando estuvo enfermo, porque soy médico y fui a apoyarlo – relata Larraín. Conversamos, nos acordamos de cosas y al final yo le dije: ¿por qué no rememoramos una versión dos de Los Vidrios Quebrados? Pero no alcanzamos a hacer mucho, porque me fui de vacaciones, él decidió dejar sus terapias y cuando volví, ya estaba muy enfermo. Yo creo que él se reencontró con Los Vidrios Quebrados”.

O’Brien, por su parte, cuenta que “la última vez que vi a Héctor fue como un mes antes que muriera. Le regalé mi disco (Gran avenida, 2013), pero no hablamos de juntarnos, no llegamos a ese nivel de conversación. Hubo una especie de revival a nivel de amistad, de encontrarse y quererse y reírnos de lo que hacíamos, que éramos buenos, ese tipo de cosas”.

Ficciones en vivo

O’Brien, Larraín y la banda de apoyo tocarán a las 21 horas de este sábado 2 de septiembre en la Sala SCD Egaña (Mall Plaza Egaña, Metro Plaza Egaña). Las entradas tienen un valor de cinco mil pesos y se pueden adquirir en Dticket.

Fotos: Los mil días de Los Vidrios Quebrados




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