El ser humano suele también construirse de tradiciones que se hacen hábitos. Las personas se congregan de modo especial en ciertas ocasiones. Hay rituales que vienen desde antaño. Actos respetables, no todos.

Existe una diversidad de manifestaciones que se han universalizado, que se celebran. La reciente Navidad ha sido una de ellas. Fiesta de los niños y para los niños, pero que hoy disfrutan más los adultos. El comercio crea necesidades superfluas.

Las recientes celebraciones de Año Nuevo ( ¿ será realmente nuevo ? Nadie puede saberlo, pero se celebra…). Es un año más, pero también un año menos…

Es ocasión para observar la diversidad de conductas, de comportamientos humanos, de contrasentidos. Está muy bien reunirse, compartir, es una necesidad.

Este punto temporal celebratorio llamado Año Nuevo hace que en el mundo, y en particular en nuestro país, el consumo aumente de manera sideral. Las compras y el consumo de productos cárneos es millonario, también la ingesta alcohólica. La ocasión es para comer y beber. No hay otra forma.

La pirotecnia de los municipios es otra irracionalidad. Los fuegos artificiales que no sólo contaminan el ambiente significan, representan ingentes gastos. Municipios en la práctica quebrados en lo económico malgastan recursos quemando dinero. Hay que lucirse compitiendo con las estrellas y con las tronaduras de los altos cielos, aunque en las comunas no haya muchas veces para lo más básico o indispensable. Existen municipios que compiten entre sí por quien es más irracional. Caer en lo zafio finalmente cuesta caro.

En todo orden de cosas la inteligencia siempre está desafiada. Prudencia es signo de inteligencia y también de bondad.