Monumento a la imposición ideológica

  • 28-09-2009

La ciudad no es tan sólo la expresión física de ciertas relaciones de poder y de una determinada división de actividades económicas, tal como siempre lo hemos planteado. Sino que también se ha convertido en la arena de una discusión e imposición ideológico-cultural.

Tradicionalmente las elites de nuestro país, ya sea por desconocimiento, por tolerancia ideológica, o por falta de poder político relativom, dejaban ciertas áreas del quehacer humano sin intervenir ni tratar de hegemonizarlo culturalmente. Entre esos ámbitos estaba la educación en general y la universidad en particular, los medios de comunicación (que anteriormente eran más y más dispersos ideológicamente) y la ciudad.

A partir de la dictadura, las elites tienden al poder total, incluso eliminando físicamente toda oposición política, sindical y cultural. Es así que no tan sólo controlan el poder económico, político-institucional, los medios de comunicación masivos, sino que se introducen con fuerza fanáticamente hegemónica en campos mas simbólicos y culturales. Se impone de esta manera una visión totalizante de la sociedad, primero apoyada en una dictadura y después en una institucionalidad cuasi inamovible y de una prensa cuasi monolítica. Queda así un pluralismo ideológico muy acotado.

Estamos en presencia de una minoría con un mensaje iluminado, con profunda desconfianza de la opinión y opciones de la gente y cuyo objetivo social es hegemonizar la sociedad en todas sus dimensiones. Esta visión totalizante que va desde lo económico hasta la ciudad, pasando por la organización político- institucional y cultural del país.

Todo lo anterior constituye un largo preámbulo para referirme al proyecto, ya muy avanzado, por construir una estatua del papa Juan Pablo II en uno de los pocos (y muy maltratados) parques que quedan en el centro de Santiago.

Este es un proyecto de una universidad privada, instituciones que son un pilar fundamental en este intento de hegemonizar culturalmente la sociedad, apoyado por las autoridades electas de un municipio, Recoleta. Estética y espacialmente esta es una propuesta fundamentalmente invasiva, ya que se trata de una estructura de 15 metros de altura,  si, oyó bien, 15 metros, equivalente a un edificio de 5 pisos de altura. Un proyecto que quiere ser estúpidamente competitivo (la estatua del personaje más alta del mundo), y que impone una ideología.

Tal como lo decíamos anteriormente, las elites se están apropiando de la sociedad y la ciudad, no tan sólo económicamente, sino que también culturalmente. Estimado lector, se ha detenido usted a analizar los nombres de las estaciones de metro, capital simbólico importantísimo de los santiaguinos. Al parecer los bautizadotes fueron sólo  militares y religiosos. Se ha fijado usted que Santiago hay un tremendo monumento al mentor ideológico de la dictadura; que hay una calle principalísima que se llama 11 de septiembre (quizás la fecha más desgarradora de la historia chilena).

Este atentado urbanístico y estético se quiere perpetrar frente a la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile que, además de poseer uno de los edificios de mayor calidad de nuestra ciudad, es el Alma Mater de la mayoría de los Presidentes de la República de Chile. Una institución señera, laica y democrática y que hoy esta amenazada por esta irrupción ideología totalizante, que se expresa brutalmente en nuestra ciudad.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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