Desplegar una gran cantidad de esfuerzos en publicitar una cinta en ocasiones puede ser una decisión acertada, sin embargo en casos puntuales puede resultar incluso contraproducente. Puede sonar contradictorio, ya que el objetivo de un realizador es siempre que la mayor cantidad de personas posibles vean su producción, pero tapizar los medios de comunicación con información sobre alguna película provoca irremediablemente que elevadas expectativas se generen . Algo que no sería malo, si la producción lograse cumplir con ellas.
A pesar de ser el debut cinematográfico de los directores Felipe del Río y Fernanda Aljaro, el taquillero y numeroso elenco de Super alimentó la curiosidad de varios. Curiosidad positiva, en quienes decidirán ver la cinta que promete hacer reír con jocosas situaciones que ocurren al interior de un supermercado, y curiosidad negativa de aquellos escépticos, entre los que me incluyo, que desconfiamos de una producción de 84 minutos de duración en la que más de cuarenta actores participan. ¿Cómo lograr que cada una de las historias no se pierda? ¿Cómo aprovechar cada uno de los personajes?¿Cómo lograr que todo presente cierta coherencia?
El gran pecado de Super es querer abarcar un sin número de situaciones y hacer reír con todas ellas. Más aun, intentar representar a la sociedad chilena cegada por el exitismo, el consumo y la televisión. Ambiciones que se agradecen en una nueva generación de realizadores, pero que en esta ocasión juegan una mala pasada.
Algunos personajes no alcanzan a estar en pantalla más de cinco minutos, lo que causa que no se entienda el por qué de su inclusión en la cinta. Es el caso del debut cinematográfico de la modela argentina, Carolina Ardohain, Pampita, quien tiene menos diálogos que los extras de cualquier teleserie. A riesgo de sonar mal pensada, su participación en la cinta no parece tener más explicación que su relación con Benjamín Vicuña, un habitué de las producciones nacionales.
A pesar de estar cargada de frases y chistes clichés, que de tan presentes ya no resultan nada graciosos, sería injusto decir que ninguna carcajada aflora con Super. Claro que sí, sin embargo ellas responden más a destacadas actuaciones de los protagonistas que a aciertos del guión. Es así como Fernando Farías, Mariana Loyola, Ramón Llao y Boris Quercia nos recuerdan en ocasiones que estamos en presencia de una comedia.