Señor Director:
Una alta autoridad del gobierno de la Concertación dijo hace pocos días, que no daba lo mismo quien llegara a La Moneda, y en eso tiene mucha razón. Suena extraño escucharlo, si vemos que durante casi 20 años los errores en la administración del gobierno son muy evidentes, lo que podría hacer cambiar el origen político del chileno más importante, pero lo más grave es haber robado la esperanza al pueblo que luchó contra la dictadura.
Nada tiene que ver el Chile actual con el que se esperaba poder reconstruir terminado el abominable régimen militar, y es tanto así, que seguimos hablando y discutiendo temas para los cuales desde hace años pudieron haberse buscado los mecanismos para la solución. No haber confiado en la voluntad popular para una Asamblea Constituyente o una Consulta, el sistema electoral, fue un grave error y dejó las calamidades… como están.
Suponemos bien si consideramos aun vigente el sistema binominal, y que serían estas las últimas bajo el modelo militar, lo que podría asegurar que la Concertación tendrá más o menos seguros algunos de sus candidatos a parlamentarios, pero quedemos en que finalmente el sistema le convenía al bloque en el gobierno, lo que sucede es que ahora le faltan votos para su candidato presidencial, por eso es que llamaron a los comunistas, después del fracaso de la Concertación en las últimas elecciones comunales.
Los candidatos a diputados designados por la Concertación han sido siempre en su mayoría militantes obsecuentes, pocos dados a enfrentarse a sus direcciones, obedientes, eso les asegura su continuidad y una vez elegidos incluso, ejercer malamente su cargo, todos designados a dedo por los “cesares”, en las direcciones de los partidos.
Nadie puede discutir la necesidad que el Partido Comunista intente una y otra vez tener representación parlamentaria, no solo por su pasado democrático sino por su historia, ellos para tratar de llegar al Congreso Nacional optaron por una alternativa compleja, de elevado costo político y que afecta a los que no son comunistas. Los candidatos del pacto Concertación/ Juntos Podemos, no representan a toda la izquierda. No están allí todas las expresiones del pensamiento socialista.
El programa de gobierno de Jorge Arrate, es el que Chile necesita a estas alturas de los tiempos, el país no está para cambios, ni operaciones de maquillaje, lo que se reclama son las transformaciones profundas en las estructuras políticas y económicas, aireando la política no se logra salir del subdesarrollo. Hay que pagar las deudas con la historia. Este programa estará siempre valido y sobre el se puede discutir si es el más correcto para este momento, pero nadie puede negar la validez en sus compromisos, con las grandes mayorías y el país.
Todas las propuestas tienen sus aciertos y también son discutibles, pero donde no hay debate posible es en la democratización del poder. Asamblea Constituyente para una Nueva Constitución. Un nuevo orden constitucional posibilitará inevitablemente avanzar en los cambios de las estructuras del país, que tiene que hacer bajar los niveles en la desigualdad social que abarca a un Chile en su totalidad.
De la misma manera que por primera vez la derecha tiene reales posibilidades de ganar, es también posible que lleguen al Congreso, chilenos que no fueron ungidos por los “Cesares”. Personas de serias convicciones democráticas y voluntad de cambio, que no están en la plantilla de la Concertación con el Partido Comunista, como por ejemplo el ex juez Juan Guzmán, con su aporte a la historia muy digno y consecuente, Pamela Jiles por capacidad y convicciones, hay más… y otros también.
Nuevos parlamentarios significará avanzar en la indispensable democratización de este Poder del Estado, apurar y redactar las leyes que por años duermen y que solo se agitan en periodos eleccionarios. Impedir la masacre de nuestros recursos naturales, las ventas a bajo precio de nuestras materias primas. Dotarnos de nuevas fuentes de energía, pero especialmente dar soluciones al conflicto del Pueblo Mapuche de manera definitiva, y avanzar en soluciones terminales a los problemas limites con los países vecinos. La carrera armamentista de la Concertación no ayuda y… es una vergüenza.
Chile necesita nuevos parlamentarios para poder iniciar un verdadero recorrido democrático, iniciar de una vez por todas la indispensable transición política, negada hasta ahora por el pacto Concertación/FFAA. Debemos lograr que nuestro país se sume de manera efectiva y protagónica para hacer de América Latina una sola voz, para poder establecer relaciones de igualdad en los intercambios con los otros bloques mundiales en desarrollo. Hacia un parlamento latinoamericano, una sola moneda, en suma, esos proyectos que pasan a la historia y hacen dignos a millones de hombres.
Los que aspiramos para que Chile sea diferente, más democrático y solidario, sentimos la obligación de apoyar a los candidatos que estén más cerca de lo que consideramos la continuación de las tareas pendientes con la historia, y que el tiempo las hace cada día más urgentes. No es aceptable condenar al abandono a miles de marginados y pobres, como ha venido sucediendo, eso… no puede continuar.
Llega la hora de iniciar las transformaciones, y los candidatos de la Concertación han tenido su tiempo, sus años y sus minutos de fama. Es la hora de que el pensamiento de la izquierda se haga presente, como siempre ha sido. Nadie puede olvidar que el enemigo fundamental es el pinochetismo, su candidato presidencial y sus candidatos a parlamentarios.
Llegó la hora de votar y trabajar por los candidatos que nos aseguran el inicio de la transición y el fin de la marginación, y no todos ellos están en la plantilla Concertación/PC/IC. Hay buenos candidatos entre los ecologistas, los humanistas, independientes de izquierda, esos que serán buenos interlocutores para nuestros proyectos. Tenemos la obligación de colocar nuestros anhelos y el esfuerzo de miles de chilenos en un nuevo Congreso Nacional, atrevido, valiente, transparente pero con fuerte voluntad de compromiso con el cambio, y capaz de roer las bases de la desigualdad social y política.
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