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El encanto místico de las flores chilenas

El  Instituto Milenio de Ecología y Biodiversidad está estudiando cómo las claves visuales y olfativas presentes en la planta denominada “Don Diego de la noche”  están relacionadas con el número de visitas y el comportamiento de animales que contribuyen a su reproducción. Avances botánicos y genéticos que algunas décadas atrás eran imposibles de imaginar.

Loreto Soto

  Sábado 7 de noviembre 2009 17:08 hrs. 
Radio-Uchile

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El  Instituto Milenio de Ecología y Biodiversidad está estudiando cómo las claves visuales y olfativas presentes en la planta denominada “Don Diego de la noche”  están relacionadas con el número de visitas y el comportamiento de animales que contribuyen a su reproducción. Avances botánicos y genéticos que algunas décadas atrás eran imposibles de imaginar.

Si pudiéramos nombrar una característica propia de la primavera, seguramente, lo primero que se nos viene a la cabeza es la aparición de las bellas y coloridas flores que habían dormido durante las estaciones previas. Un espectáculo maravilloso que nuestra nutrida geografía nacional nos permite disfrutar a cabalidad.

Y si bien sus características nos hacen sentirnos naturalmente atraídos hacia ellas, existe un universo de interesantes procesos biogenéticos que pasan desapercibidos ante el ojo humano.

Es el caso de la flor de la planta denominada “Don Diego de la noche”, una especie que, generalmente, aparece en las costas y que en nuestro país se ha observado también en las superficies cordilleranas.
Estas flores son sensibles a la luz, se abren al atardecer y se cierran a la salida del sol exhalando un característico perfume. Es pariente de la bugambilia y sus sólo está presente en Estados Unidos, México, Uruguay y Chile.

Cristián Villagra, investigador postdoctoral del Instituto Milenio de Ecología y Biodiversidad explicó que “este grupo ha sido muy estudiado por la genética porque tienen mucha variación en el modo de reproducirse, ya que pueden autopolinizarse. Esto quiere decir que la misma flor puede presentar las partes masculinas y femeninas, lo que generalmente se conoce como condición hermafrodita. Otras especies no hacen eso y necesitan por obligación tener un polinizador”.

Sin embargo, una de las novedades sobre el estudio de esta planta es la relación que se da entre ella y los animales que la visitan y que contribuyen en el proceso de reproducción.

En Chile se han detectado diferentes tipos de polillas de gran tamaño, que acuden durante la noche atraídas por una singular fragancia que expele al abrirse y una gama de colores que resultan imperceptibles para el hombre. Por otro lado, se han avistado una serie de picaflores, los más grandes que hay en el país, que también pretenden a la mística planta, pero en la cordillera.

En este sentido, el científico comentó que “descubrimos hace poco, gracias a un equipo de espectrofotometría, que además de los colores que uno puede ver, existen pigmentos que absorberían diferencialmente la luz ultravioleta  y eso es muy interesante porque tanto polillas como picaflores tienen un receptor que permite captar esta longitud de onda de la luz, por lo tanto, ellos en vez de ver una luz blanca, perciben una especie de rayas”.

Esto es lo que se conoce como ecología sensorial, rama que se preocupa de entender cómo las capacidades perceptuales de los organismos que se relacionan entre sí pueden ayudar a explicar la interacción ecológica.

Y es en relación con estos avances que Villagra indicó que “ahora existe la capacidad de entender ciertos rasgos en terreno, cuantificar la química de los compuestos volátiles de una flor, medir la longitud de onda de los colores lo que facilita hacer el trabajo de campo. En la actualidad podemos llevar a terreno lo que antes se hacía en laboratorio”.

“Lo que hemos llegado a dilucidar hasta ahora es que en una dirección, en los rasgos de las flores, el tamaño, la posología, la coloración, el perfume, son señales que para muchos animales son atractivas.
Está, por un lado, los rasgos de la plantas y por otro, la respuesta que gatilla estas señales en los animales. Hay algunos que cuando afectan a la planta, por ejemplo, un herbívoro, desencadenan cambios en la fisiología de la misma y en su apariencia, por ejemplo, en la fragancia que emite la flor”, precisó el investigador.

Si bien, los estudios que se están realizando en el país están enfocados en el área de la interacción, Villagra señaló que  “hay una especie emparentada y se descubrió que en la semilla existe un aceite que está relacionado con un analgésico para los dolores menstruales y que en las hojas existen propiedades antidepresivas”.

Todas bondades de la naturaleza que, gracias a estas iniciativas, se acercan cada vez más al conocimiento cotidiano de las personas.

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