¡Indignación! es lo menos que se puede decir, un valor como Rodrigo Álvarez pierde ante lo peor de la política.
Los que creen que la política es el arte de Gobernar, se equivocan, con este hecho escandaloso donde un alcalde instala a su hija únicamente con el fin de poder, utilizando todo el aparato municipal, sin ninguna gestión anterior por parte de la bebé de Sabat, desconociendo las necesidades de la gente, es vergonzoso.
Muy diferente a lo que representaba el diputado Rodrigo Álvarez, trabajo, dedicación, experiencia, un señor respetuoso, de conducta irreprochable, digno y caballero como pocos políticos de hoy.
De seguir así no sería nada de raro que a futuro vayamos a buscar candidatos a los recintos carcelarios.
Margarita Valenzuela
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