En general, el mercado es el mejor asignador de recursos. Y esta no es una afirmación basada solamente en textos clásicos de la economía, sino además en lo que la experiencia histórica en casi todo el mundo nos ha enseñado.
Pero creemos firmemente que en el caso de la ciudad y de la producción del espacio en general, el mercado presenta una de las excepciones a la regla en cuanto a ser el mejor asignador de recursos. Es en la ciudad y su desarrollo, donde más claramente se necesita la intervención del Estado.
La acción del mercado, solo y desbocado en la producción de la ciudad y el territorio en general, sólo genera desigualdades sociales, exclusión residencial y segregación urbana.
Es la historia de nuestras ciudades en que cada vez hay menos espacios de integración. Los pobres, alejados, por un lado, y por otro lado, los sectores medios y altos, conectados, pero protegidos ante un artificial temor y clima de inseguridad. Esta situación trae aparejados varios problemas sociales, de gestión urbana, de mayores costos, y de ciudades cada vez más invivibles.
Pese a todo, las ciudades chilenas no son las más segregadas, ni las más inseguras de America Latina. Sin embargo, de proseguir la tendencia en que el mercado, especialmente en lo que se refiere a la renta del suelo, sea el único actor considerado, sin duda que para allá vamos.
Hay que hacer notar la paradoja que, pese a que en estos últimos años estuvieron a cargo de la gestión urbana (a nivel ministerial y de gran parte de los municipios) personas (técnicos y políticos) que, al menos en el discurso, también tenían dudas acerca de la eficiencia y justicia del mercado como UNICO asignador de recursos en la construcción de la ciudad, estos actores o no supieron, o no quisieron, o no tuvieron la voluntad política, o fueron abandonando sus históricas convicciones en el sentido de hacer una ciudad más igualitaria y democrática, mediante una profunda y extendida intervención del Estado.
Soplan nuevos vientos. El cambio político que se está operando en nuestro país, del cual aun no logramos percibir su real magnitud, sin duda que marcará un reforzamiento del papel del mercado en la producción del territorio en general y de la ciudad en particular. Y eso ya sabemos a dónde nos lleva, lo vemos en algunas ciudades de nuestro subcontinente en las cuales la pobreza, la inseguridad, y la desigualdad son sus características principales.
Por lo tanto, es necesario poner este tema en la agenda política, social, económica, cultural, y especialmente de los medios. Es el tiempo nuevamente de las agrupaciones sociales y de la sociedad civil (colegios profesionales, universidades, centros de estudios, agrupaciones vecinales, etc.). En este contexto, un rol fundamental deberán tener los partidos políticos en el sentido de reincorporar el tema de la construcción de la ciudad como una de las instancias en que se juega el desarrollo democrático de nuestra sociedad.
Será una tarea larga, dolorosa y con muchas dificultades. Esperamos poder seguir aportando con un granito de arena.