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Año XVI, 19 de abril de 2024


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Una “surrealista” posesión

Que una Presidenta indemne de la hecatombe, con un inconmovible 84 % de popularidad,  invistiese como su sucesor al candidato de la oposición ya podía sugerir un país “esquizofrénico”. La temblorosa ceremonia de traspaso terminó por convertir la situación, para algunos extranjeros, en “surrealista”.

Hugo Mery

  Viernes 12 de marzo 2010 13:22 hrs. 
Radio-Uchile

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Que una Presidenta indemne de la hecatombe, con un inconmovible 84 % de popularidad,  invistiese como su sucesor al candidato de la oposición ya podía sugerir un país “esquizofrénico”. La temblorosa ceremonia de traspaso terminó por convertir la situación, para algunos extranjeros, en “surrealista”.

Fue una oportunidad única para la prensa extranjera: convertir un traspaso de mando presidencial –de diseño muy austero, comparado con los de otros países- en un hecho extra noticioso. El aditamento los proporcionó la seguidilla de sismos que sacudieron el suelo y el techo -minutos antes y durante la ceremonia- de un edificio que poco después debió ser evacuado.

Los numerosos periodistas enviados no eran precisamente corresponsales de guerra, a juzgar por la asustada reacción de gran parte de ellos, según nos testimoniaron los acompañantes y  encargados de seguridad de uno de los dignatarios presentes. Estos notaron también la inquietud que se apoderó del presidente Uribe, de Colombia –curioso: un gobernante de mano dura- y de la Mandataria argentina, Cristina Fernández, quien incluso hizo ademán de abandonar el Congreso Pleno.

Dieron la vuelta al mundo las tomas de Evo, papá Lugo y el Príncipe de Asturias mirando si alguna lámpara colgante caía. Atrás quedaron las imágenes más magazinescas de la víspera, con el heredero del trono español aclamado a su paso por las mujeres y el presidente boliviano disputando un partido de fútbol con Piñera.

Los protagonistas centrales y sus respectivos elencos mantuvieron una digna compostura y hasta se permitieron salidas humorísticas, como la del propio Presidente investido a algunos de los invitados: “Esta es una maniobra de la Concertación para moverme el piso”. No sabemos se está maniobra estuvo entre las causas de las confusiones y chascarros que se vivieron durante la ceremonia, pero la frase se reprodujo en varios medios de comunicación del exterior, los que en general no dejaron de mencionar los movimientos telúricos junto a la nueva era política que se inauguró en Chile, aunque cadenas como Die Deutsche Welle enfatizaron que no habrá grandes cambios:

“A nivel de personalidades el cambio es significativo, no en lo que se refiere al contenido de las políticas”. Citando al experto alemán Detlef Nolte, se consigna que “La socialista Bachelet potenció la economía de mercado, combinada, naturalmente, con la política social. Y el millonario Piñera intercalará igualmente elementos sociales en su apuesta por la economía de mercado”.

Uniendo el terremoto a la asunción, el diario “El Universal” de México enfatizó que “si algo dejó al desnudo la catástrofe fue una fabulosa brecha social oculta bajo las relucientes cifras del éxito de los 20 años de la Concertación”.

“The New York Times” quiso ver en las consecuencias del cataclismo “una oportunidad para Piñera de demostrar su liderazgo. Si sus metas de reconstrucción se cumplen, esto podría dar a la derecha una ventaja de largo plazo por sobre la coalición de centroizquierda”. La BBC parece coincidir con este enfoque, al decir que los estragos del terremoto pondrán a prueba la promesa de Piñera de “trabajar las 24 horas por la gente, la que va a esperar medidas concretas”.

La prensa internacional había destacado que la presidenta Michelle Bachelet salió indemne de la hecatombe, con su inconmovible 84 % de popularidad. Si esto y el hecho de que debió investir como su sucesor al candidato de la oposición podía sugerir un país esquizofrénico, el carácter  tembloroso  de la ceremonia republicana la convirtió en una situación que algunos asistentes extranjeros calificaron de “surrealista”.

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