Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 25 de abril de 2024


Escritorio

La cara oculta de la energía nuclear

La generosa aceptación de Estados Unidos y Rusia de reducir en un 30 por ciento su arsenal atómico pero, al mismo tiempo, incentivar la energía núcleo-eléctrica, dan cuenta de una industria que busca reposicionarse. Sara Larraín asegura que sería una “irresponsabilidad inaceptable” que el gobierno la considerara luego del terremoto.

Vivian Lavín

  Lunes 12 de abril 2010 17:47 hrs. 
Radio-Uchile

Compartir en

Sólo ocho países en el mundo disponen de armas nucleares hoy: Estados Unidos, Rusia, Francia, Gran Bretaña, China, Israel, India y Pakistán, sin embargo, hay una lista de 40 países que podrían fabricar una bomba propia si quisieran.

El desequilibrio nuclear es ostensible, sólo Estados Unidos y Rusia poseen el 95 por ciento del total de armas nucleares, lo que equivale a 27 mil unidades. La locura armamentista los llevó a la situación actual en la que cada uno de ellos podría hacer estallar el equivalente a 100 mil bombas de Hiroshima en sólo en unos minutos.

Esta es la herencia de la Guerra Fría. Un legado del cual el actual presidente de Estados Unidos, Barack Obama se quiere desprender, más aún cuando pende sobre su pecho una cada vez más incómoda medalla que lo distingue como el Premio Nobel de la Paz 2009.

La semana pasada el presidente estadounidense, Barack Obama, y su homólogo ruso, Dimitri Medvedev, firmaron un acuerdo que viene a cambiar la situación heredada desde el histórico tratado START I y entre los días 12 y 13 de abril se celebra una importante cita global sobre el potencial bélico nuclear y las organizaciones ecologistas están atentas.“Es importante esta cita debido a que se han reducido las tensiones, pero también porque se reducen los elementos de disuasión. Pero los nuevos conceptos de seguridad y vulnerabilidades en el contexto geopolítico actual requiere ir hacia una nueva etapa de control nuclear, puesto que no se justifica que se amenace a nuevos actores, como Irán o Corea del Norte que están iniciando su ciclo de combustible nuclear hacia el área bélica. Hay que tener en claro que este ciclo no tiene diferenciación para uso pacífico o bélico. Desde el inicio esta tecnología tuvo ambas caras.

Al comienzo un fin bélico y luego, su uso pacífico fue sólo una excusa para generar los materiales nucleares que requería el arsenal nuclear. Particularmente, primero porque se le daba un uso económico al uranio y luego, una vez quemado este combustible nuclear, se produce el plutonio, un elemento que no existe como tal en la naturaleza y que se extrae de sus desechos. Por lo tanto, tener programas de energía nucleoeléctrica “pacíficos” era un requisito fundamental para ir generando los arsenales nucleares”, explica la ecologista, ex candidata presidencial y directora de Chile Sustentable, Sara Larraín.

Estados Unidos y Rusia se comprometieron a reducir en un 30 por ciento en siete años sus arsenales nucleares, pero esto no sólo debiera ser interpretado como una señal de buena voluntad”. Y es que paralelamente han anunciado la decisión de acelerar los proyectos de generación nucleo-eléctrica con el argumento de que emite menos CO2, sin embargo, esto esconde, según Sara Larraín” la necesidad de redinamizar la mineración del uranio que se requiere como combustible nuclear, tanto para generar electricidad como armas”.

El Tratado de No Proliferación Nuclear que se ha caracterizado por su incumplimiento establecía el compromiso de las potencias nucleares a compartir esta tecnología para fines no nucleares. A partir de 1950, se construyeron los primeros reactores destinados a la producción de electricidad a partir de la fisión atómica. Hoy, 31 países cuentan con energía nucleoeléctrica, una lista que encabeza USA con 104 reactores, sin embargo, la Agencia de Energía Atómica Internacional estima que la electricidad proveniente de plantas nucleares tendrá un incremento leve hasta el 2030, sólo de un 0,7 por ciento anual.

“La opción nuclear independiente del marketing que se hace es una tecnología que se estancó a partir de mediados de los 80, luego del accidente de Chernobyl, por lo que el desarrollo nuclear está en franco retroceso”, afirma la directora de Chile Sustentable. La gran argumentación de que la energía nuclear es más limpia sería bastante relativa ya que sólo toman en consideración desde el momento en que el combustible nuclear está generando electricidad en la planta y no consideran el ciclo completo de la minería nuclear, desde la fabricación del concentrado de uranio, las emisiones de CO2 del proceso completo hasta el confinamiento de los residuos, lo que la hacen ser tan contaminante como una planta de gas natural, por lo que sería un mito el convertirlas en una alternativa frente al cambio climático.

El movimiento ecologista chileno tiene una larga trayectoria de acción y seguimiento de opciones nucleares: desde el proyectado basurero nuclear de Gastre (Patagonia Argentina), el seguimiento al Tratado de No Proliferación Nuclear y de Tlatelolco. Estuvieron atentos durante el gobierno de Pinochet al programa nuclear militar desarrollado en el centro nuclear de Lo Aguirre. Sin embargo, el 21 de mayo de 2005, Ricardo Lagos en su último discurso presidencial anuncia la “creación de una comisión de estudio de la opción nuclear”. La entonces candidata Michelle Bachelet se compromete con el movimiento ecologista a tal punto de firmar el Acuerdo de Chagual, en que en su N°7 excluye expresamente la opción nuclear de la política energética. El acuerdo sería declarado desahuciado luego de que la presidenta aprobara la creación de una COMISION DE NUECLEO-ELECTRICIDAD, lo que significó una importante derrota ideológica.

¿Cómo enfrentan a las nuevas autoridades, particularmente, al ministro de energía Ricardo Raineri, un economista de la UC y que tiene una marcada trayectoria académica? “Pensar en la opción nuclear en Chile después del terremoto sería una irresponsabilidad inaceptable.

Simplemente es una tecnología que no cumple con condiciones de nuestro país. El nuevo gobierno tiene claro que en cuatro años no puede desarrollar esta opción y que existe en la ciudadanía un enorme rechazo a esta opción, lo que es un requisito fundamental para la Agencia de Energía Atómica Internacional”, explica Larraín.

KASHIWASAKI-KARIWA, la mayor planta nuclear del mundo, construida a fines de los 90´ en Japón es un caso emblemático y muy decidor para las pretensiones nucleares chilenas.  Luego, del terremoto de julio de 2007 que tuvo una intensidad de sólo 6,8° Richter, debió cerrar con pérdidas que sólo ese año ascendieron a los 5,6 mil millones de dólares.

La decisión gubernamental de construir la central nuclear a 15 km. de una falla tectónica hablan de intereses y “secretismos que caracterizan a la industria nuclear y que restringen el diálogo sólo a expertos, empresarios y altas autoridades civiles y militares, marginando a la sociedad civil”, explica el periodista Raúl Sohr en su libro Chao, Petróleo. “El secretismo-según Sara Larraín-, viene por la doble utilización del combustible nuclear. El  material fisionable puede ser usado tanto para la generación eléctrica como para la fabricación de armamentos nucleares. Todo lo que está vinculado a armamentismo siempre está cubierto de secretismo, una caja negra para los ciudadanos y una tecnología sin control político”.

Síguenos en