Este 21 de mayo será histórico para la Alianza por Chile. Por primera vez uno de los suyos se parará frente al Congreso como líder del gobierno, luego de veinte años de mandato de la Concertación.

Sin embargo, en la Unión Demócrata Cristiana estos dos meses han representado más que al “gobierno de la Coalición por el Cambio”, “el gobierno de Sebastián Piñera”. La distancia y autosuficiencia con la que el mandatario ha actuado en la toma de decisiones tan importantes como la composición del gabinete, la inclusión del alza de impuestos y el rechazo a la depreciación acelerada en el proyecto de reconstrucción, han tensionado al partido de la coalición gobernante.

A eso hay que sumarle los problemas por conflictos de interés, las fallidas nominaciones de gobernadores, la tardanza en la designación de cargos de alta dirección pública, la serie de despidos arbitrarios en la administración pública, pero especialmente la demora del Presidente para desvincularse de Lan y Chilevisión.

El emplazamiento más duro, sin duda, fue el que realizó una de las figuras con más peso dentro de la UDI, Pablo Longueira, quien rompiendo su silencio, reconoció en La Segunda su sorpresa frente a “la falta de prolijididad en la instalación del gobierno”, agregando que ha habido muchos errores que se podrían haber evitado y que no tienen ninguna justificación con el terremoto”.

La molestia de la UDI, ha calado tan hondo dentro de los gremialistas que sienten que no han tenido su recompensa por el trabajo hecho para llegar al gobierno, que incluso se ha criticado que al presidente de la colectividad, Juan Antonio Coloma, le ha faltado carácter para enfrentarse al mandatario.

Los cuestionamientos a Coloma han facilitado el surgimiento de voces más críticas, como la del diputado José Antonio Kast, quien ya manifestó su deseo de participar en las próximas internas de la colectividad en junio y el que señaló que “no se puede negar que ha habido dificultades, básicamente por falta de diálogo político o falta de interlocución previa. Es un tema de la instalación del gobierno, que no ha sido fácil, nos ha costado ir afiatándonos, encontrándonos en la distintas relaciones Legislativo – Ejecutivo”.

En tanto, desde las cúpulas de RN también se han advertido algunas diferencias con el gobierno de Piñera, como lo reconoció el presidente de la tienda, Carlos Larraín, el que considera que hace falta una voz política más potente en La Moneda. “Me  habría gustado que hubieran más nombramientos de orden político, la composición del gabinete fue buena en esa combinación de profesionales técnicos con gente de alguna experiencia política, pero de ahí hacia abajo el gobierno tiene que tener una voz política más potente, especialmente en regiones”, indicó.

Más directo ha sido Andrés Allamand, que con un libro editado de por medio donde hace referencia al desarrollo de la campaña de Piñera (La estrella y el arcoíris), ha criticado abiertamente al mandatario, afirmando que en el Ejecutivo se han hecho evidentes “las desprolijidades en el área comunicacional”, así como una “excesiva concentración en la cabeza”.

Aún así, un sector de RN ha señalado su profunda molestia por el tenor de estas críticas, haciendo ver se trata de  falta de lealtad al gobierno,  sobre todo cuando estas vienen de la UDI. Así lo ha manifestado el diputado Cristián Monckeberg, quien al momento de lanzar su candidatura,  señaló que  “las lealtades se cumplen y se llevan adelante cuando a puertas cerradas hacemos todas las críticas, todas las diferencias, pero al mismo tiempo salimos con una sola voz hacia la ciudadanía porque eso corresponde cuando uno forma parte de un gobierno”, dijo.

En la UDI, en tanto, Kast señaló que algunos dirigentes de la UDI malentienden el concepto de la lealtad, pues ser coalición no se trata de “encontrarle todo bien al gobierno”. “No comparto para nada la opinión de algunos dirigente de RN, porque creo que hemos sido extremadamente prudentes en las cosas que se han planteado y ninguna han sido criticas despectivas, muy por el contrario las criticas también pueden ser constructivas, diciendo “mira, esta es una mejor manera de hacer gobierno’”, señaló.

Pese a que para algunos dirigentes de ambos partidos, como Carlos Larraín las controversias  históricas entre su partido y la UDI se comparan con una relación matrimonial “donde hay que acostumbrarse y aprender a convivir, tal como lo vienen haciendo desde 1989 cuando se unieron bajo el nombre de “Progreso y Democracia”, hoy no todos se sienten invitados a compartir el triunfo por el que lucharon por veinte años y que puede terminar pasándole la cuenta a la Alianza por Chile en su aspiración por mantenerse en el gobierno más allá de estos cuatro años de Piñera.