Las reformas de Obama para regular el mercado


En EE.UU algunos congresistas y analistas dijeron que el Presidente Obama  era populista cuando afirmó “que gracias a las reformas del sistema financiero” aprobadas en el Congreso la semana pasada “los que se iban a comprar su primer auto o casa ahora no sufrirían debido a la irresponsabilidad de otros”.  Desde el 2007 muchos en el mundo  perdieron ahorros en fondos, hipotecas y créditos en general, porque la industria financiera ofreció como inversiones seguras y créditos fáciles, hipotecas sin respaldo y productos financieros, cuya pista aún es difícil deseguir, incluso para lo técnicos que los idearon, crearon una  falacia que tiene en vilo a las modalidades económicas que brillan desde los ochenta.

Selectos y tristemente famosos ejecutivos de la banca de inversión, en recientes comparecencias ante los senadores de la Comisión de Hacienda estadounidense, señalaron sin complejos que ellos sabían que algunos negocios eran inviables, especialmente los derivados, no obstante continuaron vendiéndolos como productos estables y seguros porque el lucro es su principal misión, según declararon, ante la mirada atónita de los parlamentarios que los interrogaban. En tal audiencia expresaron descarnadamente sus visiones sin responsabilizarse de las consecuencias sociales de sus fracasos. Esos son los irresponsables a los cuales se refería Obama cuando explicaba  a favor de quien impulsó las reformas para lograr una mayor regulación del sistema, atacando  a fondo el relativismo ético del lucro y la devoción “crematística” de los que lo buscan desmedidamente. Lo aprobado en el senado estadounidense son normas de control y seguimiento a las actividades oscuras y a las desproporciones de los grandes bancos y grupos financieros. Las  reformas pretenden reponer la libertad de las personas frente a los que controlan los mercados. Democratizar los mercados es tan importante que estas medidas obvias  y aparentemente inocuas podrían tener consecuencias en el modelo. A primera vista parte del mundo financiero las respalda porque no ve otra salida. Sin embargo los sectores conservadores aceptan a regañadientes su retroceso político. La voz primitiva de los ejecutivos financieros no los ayudó,  sus despampanantes declaraciones obligaron a ceder a los republicanos ante los demócratas. Esta es un historia reciente que no ha pasado desapercibida, no obstante que muchos preferirían otros desenlaces. Hay libros publicados sobre lo negativo que es buscar responsables de los fracasos económicos como lo es la crisis global que enfrentamos.

Estamos frente  a grandes vacilaciones éticas, para algunos el dinero podría justificar cualquier conducta, de hecho, la moral del Padrino que no tiene problemas personales si no que solo de negocios, por los cuales mata y extorsiona en su propia familia no deja de tener admiradores. Si los genios del fraude logran sortear los cuestionamientos que una mayoría de senadores norteamericanos han realizado, los conflictos se acrecentaran. El descreimiento tiene límites. El Presidente Obama ha llamado la atención públicamente a la banca de inversión, a las agencias aseguradoras de riesgo, a lobistas y políticos seguidores de las visiones económicas respaldadas en su tiempo por Reagan y Margaret Thatcher que es el origen de este cataclismo, que algunos con un facilismo envidiable comienzan a dar por superado. Justo en  semanas en que se debilitan los signos de recuperación internacional y se aprecia con más sinceridad la profundidad del retroceso y de deudas que no sospechamos su magnitud. La realidad económica está difuminada,  la consecuencia política de este fenómeno es el surgimiento del Grupo de los Veinte. Nada será rápido en economía, el Grupo de los Veinte convive  para hacer un nuevo acuerdo financiero internacional, la OCDE pesa mucho menos que hace un par de años. Wall Street  reclama  y sigue haciendo ganancias ahora usando las pérdidas, así funciona, su libertad dura hasta cuando los daños causados requieren ser reparados. Ya  esta viendo como enfrentará las nuevas  reglas.

Antes, la deuda era una anatema para los países subdesarrollados; ahora es una distinción de los países desarrollados que, para salir de la recesión, se han gastado lo que  no tienen. Este barco tiene unos capitanes que hacen lo que pueden. La economía y sus ideas adjuntas son una mazamorra, entre los defensores de las décadas negras los ochenta y los noventa y los que se tuvieron que hacer cargo de sus consecuencias y desechar todo lo que hasta hace unos años eran dogmas inamovibles. Estas creencias eran tan fuertes que animaban la vida de ejecutivos que tenían el mundo a sus pies y ahora se les atraganta en la garganta. Unos dijeron: pongamos a funcionar los estímulos públicos para no quedarnos sin banca y los bancos estaban felices. Ahora, los mismos quieren disminuir la deuda pública y los bancos siguen felices. La economía de estos tiempos sólo se entiende  desde la política, este conflicto no se ha resuelto y así estaremos un tiempito. Ya hay expertos que ven venir burbujas en los países emergentes, China, India, y no ven despegues importantes en ninguna parte. Crecer en estas circunstancias aunque sea levemente será una proeza, y requerirá de un esfuerzo adicional y prolongado de los más fuertes, para reacondicionar nuestra economía interna y mejorar la calidad y cantidad de empleo lo cual depende de la autoridad gubernamental y patronal. De nadie más, en estas circunstancias.





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