¡Qué hipocresía!

  • 23-07-2010

Nos sorprende la enorme preocupación que causa en los políticos chilenos la situación de los presos políticos en Cuba y las elecciones parlamentarias de septiembre próximo en Venezuela. Del mismo modo que las acciones y presiones ejercidas por parlamentarios gobiernistas y opositores en pro de la pronta normalización de las relaciones diplomáticas con Honduras, confiriéndole legitimidad al gobierno derivado de un golpe de estado y un proceso electoral lleno de irregularidades y sospechas . A lo anterior, hay que sumar los incondicionales y reiterados apoyos que desde la altas esferas políticas se le tributa al gobierno de Uribe en Colombia, cuanto la complacencia que se manifestó por el triunfo de un candidato de su signo para sucederlo en la Presidencia de esta nación sacudida por más de medio siglo de guerrilla, grupos paramilitares y represión.

Oficialistas y opositores involucrados en un internacionalismo derechista extremadamente sensible a todo lo que ocurre en estos países como en Bolivia, Ecuador y otros que se proponen profundas transformaciones, luego de que sus pueblos tomaran conciencia de las bicentenarias injusticias y alcanzaran el poder mediante elecciones libres, informadas y reiteradas. Dirigentes y partidos que recién justificaban la dictadura de Pinochet y que ahora se erigen en guardianes de la democracia continental y veladores de los Derechos Humanos universales. Figuras que desde el oficialismo o la oposición fueron al rescate del Tirano en Londres, abogaron por la impunidad y otorgaron indulto a represores y narcotraficantes. Los mismos que, desde La Moneda o el Parlamento, han sacralizado la Constitución Autoritaria, las exclusiones de nuestras leyes electorales, la extranjerización de nuestros yacimientos y sistema productivo, la distribución más inequitativa del ingreso nacional. Como aquella flagrante concentración de medios de comunicación que se opone a uno de los pilares del régimen democrático: la diversidad informativa.

Como si viviéramos en un remanso de justicia y paz, nuestros políticos se conduelen de lo que sucede fuera de nuestras fronteras, aunque su preocupación no incluya lo que acontece en la Tiranía de Marruecos, por ejemplo, destino dilecto para los que quieren veranear o hacer una escala más en sus frecuentes viajes a España. Consolidada, ahora sí, en nuestra verdadera Madre Patria, después de esperar dos siglos de republicanismo para conquistarnos plenamente, lo que se les desbarató una y otra vez en los tres siglos de Colonia y heroica resistencia de nuestros pueblos primigenios. Como tampoco les preocupa mucho las incursiones criminales de Israel en Palestina, ni el horror que se sucede en Guinea Ecuatorial, países aliados de Estados Unidos, ese gran gendarme mundial que tiene licencia para matar en Afganistán e Irak, torturar en Guantánamo y alentar el derrocamiento de todos los gobiernos que le fueran incómodos.

Sensibles y honorables parlamentarios chilenos que apenas balbucean interés ante los horrores que se viven en nuestra Araucanía, donde se reprime cruel y sistemáticamente a las comunidades y familias mapuche, se practica el terrorismo de estado, se aplica la Ley Antiterrorista, se mata a los opositores inermes y se condena a la pobreza y la miseria a toda una región, como quedara revelado en el último y dramático Informe Casen. Hipócritas de todo el espectro partidista que son digitados por una maquinaria financiada por los servicios abiertos y encubiertos de los gobiernos derechistas que se han hecho parte de esta nueva cruzada internacionalista. Políticos que, aunque se empeñen en marcar diferencias y competir electoralmente, de verdad no manifiestan visiones alternativas.
Doble moral que queda tan manifiesta con la actitud de nuestra Cancillería de ofrecer a nuestro país como tierra de asilo para los disidentes cubanos, mientras confina a nuestras poblaciones indígenas a reducciones y cárceles que, por supuesto, muy difícilmente quedan en el registro de la CNN internacional y los grandes medios de comunicación que nutren la inconsciencia mundial.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

Presione Escape para Salir o haga clic en la X