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Año XVI, 25 de abril de 2024


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Lenin Guardia

“La cárcel es una gran escuela del odio”

Sobre la realidad en las cárceles chilenas conversamos con el sociólogo y analista de inteligencia chileno, que conoce muy bien todas las caras de la vida adentro de los penales, luego de haber cumplido condena en la ex Penitenciaría de Santiago, en Punta Peuco y la Cárcel de Alta Seguridad.

Ingrid Saavedra T

  Viernes 6 de agosto 2010 20:13 hrs. 
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Durante el año pasado al menos quince personas murieron en distintos incidentes violentos en cárceles del país, lo que fue atribuido por  expertos a problemas generados por la sobrepoblación penal. De hecho, el último informe dado por el ministerio de Justicia la semana pasada da cuenta que el hacinamiento en las cárceles chilenas llega al 70 por ciento.

El 2009, la fiscal de la Corte Suprema Mónica Maldonado dio la primera señal de alerta al calificar el trato hacia los reos como “inhumano, degradante y cruel”,  al entregar su primer informe sobre el tema, donde denunció que el hacinamiento y las deficiencias sanitarias eran de tal magnitud que hacían el sistema insostenible.

Y justamente la situación carcelaria fue incluida en las propuestas de Indulto Bicentenario que presentaron las iglesias Católica y Evangélica, y que también abordó el Presidente Sebastián Piñera al anunciar el plan penitenciario de su gobierno.

Sobre la realidad en las cárceles chilenas conversamos con Lenin Guardia, sociólogo y analista de inteligencia chileno, que conoce muy bien  todas las caras de la vida privada de libertad, luego de haber cumplido condena en la ex Penitenciaría de Santiago, en Punta Peuco y la Cárcel de Alta Seguridad.

El plan  que el gobierno se propuso cumplir en tres meses contempla la construcción, ampliación y rediseño de los centros penales, y una amplia revisión de la situación de los reclusos con el fin de mejorar las condiciones de habitabilidad. De ahí que un anuncio tan básico como el que cada recluso tenga derecho a un colchón, una frazada  y una litera, puede ser fundamental en las mejoras de la calidad de vida de los internos.

“Como hay una sobrepoblación faltan colchones, frazadas y el hacinamiento es brutal.  Tengo la sensación de que hay una intención de parte de las autoridades, el ministro de Justicia y el Presidente Piñera, por dignificar la situación de los internos. Una cosa es que usted reciba un castigo que la ley le da por cometer un delito y otra muy distinta es que aparte de la sentencia vengan una serie de sentencias subsidiarias que se desprenden de la anterior; que es que a usted lo humillen, que no tenga intimidad, que sea abusado, que tenga que pagar para evitar que lo exploten. Es un submundo  extremadamente complejo”, señala Guardia.

Para el sociólogo, otro de los temas fundamentales tiene que ver con la preparación de los gendarmes y las condiciones laborales con que cuentan. “Son todos gente de provincia, las mayoría viene del sur. Muchos ni siquiera conocían Santiago. Entonces no es fácil para un muchacho que tiene un mundo muy reducido estar de la noche a la mañana cuidando a los delincuentes de Santiago. Por eso es que de repente hay problemas y se ve que la policía dice que la operación de narcotráfico se dirigía de Colina 2 y, claro, porque los gendarmes se encargan de meter celulares, de meter droga… y es lógico porque el delincuente es mucho más duro que un sano gendarme que viene de provincia”.

Según Guardia,  si no se ofrecen las condiciones mínimas para que los gendarmes puedan trabajar dignamente, es muy difícil poder mejorar la calidad de vida en los penales. “Faltan espacios para recreación, incentivos, mejores sueldos, que puedan visitar y compartir con sus familias, ya que muchos están sujetos prácticamente al mismo régimen que los  internos y eso deriva en problemas conyugales, divorcios, insatisfacción, etc.”

Asimismo, plantea que una de las grandes falencias del sistema actual es la no utilización de la mano de obra disponible en los penales y la oportunidad de reinserción laboral una vez cumplida la condena. “Es una gran escuela del odio porque el nivel de frustración y rabia que usted va adquiriendo adentro es enorme. Veo con horror que se me está terminando la condena y no tengo a qué salir, salgo a lo mismo .Claro, el tipo sale y ya perdió a la familia entonces no le queda otra cosa que asaltar, que robar porque no tienen de qué vivir. Esa es la importancia de que el sector privado les abra una puerta. Hacer el espacio para que los reos liberados puedan mostrar  que cumplieron  su condena,  que  tuvieron buena conducta y que por ello se le den oportunidades sin que de eso se haga un gran escándalo público”.

A  juicio de Lenin Guardia, las medidas recientemente anunciadas por el Gobierno van en la línea del largo camino que el país debe recorrer  para avanzar en materia carcelaria. “Creo que esta orden que ha dado el Presidente Piñera al ministro de Justicia es muy valiosa y rescatable porque plantear combatir la delincuencia solamente en la imagen de trancar la puerta giratoria  forma parte fraccionada de la realidad. La otra parte es la que se vive en los penales. Y cuando uno ve que a las 8 de la mañana, que es lo que yo viví durante años, después de la cuenta en que uno dice el número que  le tocó, el resto del día no hay nada que hacer, salvo de hablar de delitos, de procesar información, de comentar en qué parte la están dando y está botado para cometer otros delitos. Los reos no tienen nada que hacer. Por ello creo que una gran tarea pendiente es utilizar esa mano de obra existente en los diversos penales del país y permitir el desarrollo de los reos con una fuente laboral digna que les otorgue un ingreso y una posibilidad de reinserción en la sociedad”.

En suma, este experto en inteligencia sugiere que  es fundamental reordenar el sistema, ubicar a los reos de acuerdo a la gravedad del delito cometido y por nivel cultural. Junto a ello mejorar la preparación de los gendarmes  humanizando el sistema y dignificando  a los reos y sus familias brindándoles la oportunidad de reinsertarse nuevamente en la sociedad para poder retomar sus vidas honestamente  una vez cumplida la condena y con ello poner fin a la llamada “puerta giratoria”.

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