Afortunadamente, después de una pobre reacción inicial de la clase política (que con mucha ignorancia y burdamente intentaron obtener mezquinos réditos políticos), a propósito de la encuesta Casen se ha abierto un debate en el país, no solo sobre la pobreza, sino sobre la desigualdad. Creo que un tema relevante a discutir es el de la pobreza urbana y el de la concentración territorial de la riqueza (y la pobreza).
Recuerdo con especial nostalgia y orgullo cuando a finales de los 70 y comienzo de los 80, en conjunto con mi amigo Sergio Galilea dictábamos en el Campus San Joaquín un curso llamado Medio Ambiente y Pobreza Urbana, en el cual discutíamos y reflexionábamos con entusiasmo acerca de estos temas, pese a la represión ambiente. Fue una pequeña ventana en medio de la dictadura, que nos permitió insertarnos en la discusión de los temas de la pobreza urbana.
Pero, aclaremos algunos puntos, la pobreza por ingresos, que es de lo que estamos hablando, se mide a través de una encuesta (en el caso de Chile es la Casen). También hay que recordar que la línea de pobreza es una convención, una formalidad, que permite que todos los países tengan una medición similar y que permita su comparabilidad con mediciones anteriores.
El alza del porcentaje de chilenos que vive bajo la línea de pobreza se explica por la crisis económica que afectó a casi todas las economías del mundo, lo cual provocó una disminución del empleo y los salarios, que a su vez se reflejó en el aumento de la pobreza. Lo que habría que discutir es cuánto del aumento de la pobreza se explica por el alza de los alimentos; cuántos de los ingresos de los más pobres constituyen subsidio del Estado; en cuánto habría subido la pobreza, si no hubieran existido dichos subsidios y las políticas sociales en general.
Pero, atención, también la encuesta Casen nos dio una información relevante referida al aumento de la desigualdad. Sin embargo, esta dimensión del problema pasó casi inadvertida en los medios y en la discusión política. Lo que sucede es que los medios y las elites no quieren ni siquiera plantear (ni menos discutir) el tema central de la desigualdad, que es la política tributaria.
Esta tensión entre pobreza y desigualdad tiene varios ribetes que se expresan en lo urbano. No es lo mismo ser pobre, viviendo en áreas urbanas dotadas (centro de la ciudad, por ejemplo), que ser pobre viviendo en las áreas alejadas (asentamientos en las comunas periféricas), y habitadas solamente por pobres.
Por lo tanto, para la pobreza urbana, el tema de la desigualdad social y territorial es de primera importancia. Se debe tener en cuenta que para abordar este tema, no tan solo hay que considerar el tema tributario, sino que también el de la renta del suelo y el de la localización diferenciada. Entonces, la pregunta que surge es si están los grupos dominantes, económicos y políticos, dispuestos a discutir estos temas. Al parecer, no. Lo cual se refleja en el casi absoluto silencio que las elites y los medios le dieron a los resultados de desigualdad de la Casen.