Libertad de ser informado y de informar… ¿En Chile? Me están bromeando...

  • 31-08-2010

La intervención estatal ha sido siempre una herramienta (mejor dicho, un arma) para intervenir en el campo de la información pública. El artículo de Stella Calloni [1] lo muestra en un caso específico: Argentina. El mundo entero la sufre y, en especial la vemos en Latinoamérica. Acá los factores son foráneos e internos. La intervención del Imperio, como se conoce a EEUU por mundo entero, es conocida. Sin clausurar a nadie (es decir, a los periódicos de “oposición”) se les restringe su acción e influencia en forma más sutil… se controla el papel… “y seguimos pareciendo democráticos, que es lo que cuenta”. México lo ha hecho por muchísimos años. Cuando aparece el diario El Día. Se “separa” un grupo de periodistas de Excelsior por ser más progresista: rápidamente le empiezan a “racionar el papel” hasta que se transforma en un diario del aparato de gobierno. Se “lo coopta” (se le compra, se vende, se toma por asalto, se lo apropian…). Al poco tiempo, los que no toleran ese control forman “UNO más UNO” y le hacen lo mismo. Paillán, Director de Uno + Uno, debe luchar por el papel y es siempre restringido en sus ediciones que encuentran gran aprobación popular en su contenido. Lo presionan y, Paillán, en vez de entregarlo al gobierno y, él mismo, venderse, decide crear La Jornada como alternativa. La traición era demasiado grande para un hombre de mucha integridad y no la acepta.

En las últimas dos décadas ha habido una lucha dura y, al aparecer el PRD (Partido Revolucionario Democrático -y no Institucionalista como el PRI, que es cada vez menos Progresista y más pro imperialista), el Diario La Jornada toma en cierto modo el papel de vocero del izquierdismo, del PRD, de sus campañas electorales. Todas estas elecciones presidenciales de las décadas recientes resultaron en fraudes electorales. Aunque fue el candidato del PRD el ganador en las urnas, el establecimiento mexicano, con los medios de información y siguiendo al imperio, le da el triunfo en las elecciones al PRI. Porque el PRI, como en el caso chileno de la Concertación, recibe un alto grado de abstención y recientemente, un voto de castigo. Toma fuerza el PAN, de derecha, y aparece como alternativa donde la derecha no podía hablar mucho como tal: la derecha lo hizo por mucho tiempo a través de “la compra de políticos” hasta que el PRI no pudo más. Es decir, como con la Concertación post-Pinochet en Chile pero esta duró mucho menos por tener menor capacidad de manipulación. Así, la “nueva alianza de la derecha” logra engañar al público –sin que los mexicanos sean derechistas- bajo el principio del control de la información y de la idea de “veamos como le hacemos con un diablo desconocido”. Así aparece el PAN, derechista de tomo y lomo. Ese voto de repudio más el fraude electoral permite al PAN ganar la elección y, luego, con Calderón, hacer el fraude adicional que conocemos. Salvo excepciones, en México se usa políticamente la guerra de los narcos sin jamás decir que la causa central de dicha guerra se hace porque el vecino del norte no hace nada por corregir su propio consumo galopante de drogas y de controlar sus propios grupos nacionales que se enriquecen con lo que sucede en el país vecino del sur. La Jornada sufre de varios boicots: el del papel que persiste y el de los boicots por sindicatos amarillos en ciertos sectores donde el diario La Jornada, simplemente, “no es distribuido o vendido”. El Aeropuerto Internacional de Ciudad de México no lo vende por orden del sindicato… (aunque recientemente, entre las docenas de negocios de diarios y tabaco, ¡ahora hay uno!)

El caso chileno es diferente: una mínima apertura de prensa sucede en los últimos años de gobierno del dictador: La Época, con Julio Filippi, se hace como copia de El País, de España, que apareció al momento de la “democratización”, a la muerte de Franco. El País es también otro diario que “evoluciona” hacia el centro con sus partidos y se transforma en un diario de la derecha-centro-(dizque) izquierda española.

En Chile el fenómeno equivalente de la Concertación se encarga de apretar la mano y limita la sobrevida de los diarios de intenciones democráticas -por suaves que pudiesen ser- y deja que el duopolio El Mercurio y Copesa (La Tercera) impere sin problemas. De que “El Mercurio miente”, lo sabíamos desde mucho antes del golpe (y ahora se encarga de recordarlo a diario)

La Concertación, pese a su “izquierdismo”, le apretó el cuello a La Época -porque era algo que el duopolio y la colusión de la Alianza y la Concertación no permitían. La forma de hacerlo no fue con el papel sino con un arma típica de paísitos pequeños controlados por unos pocos: le suspendió los avisos económicos entregando sobre el 90% al Mercurio y la Tercera, usando el sesgo político pro-derecha que la caracterizó.

El Clarín en Chile: un caso especial. No deberíamos olvidar que la Organización Mundial del Comercio (OMC) dictaminó que el Estado de Chile debía devolver y compensar a los dueños de El Clarín por el robo de ese medio hecho por la dictadura y por las pérdidas enormes sufridas (pérdida de la imprenta, de financiamiento, persecución a los directores y a sus empleados). Sin embargo, hemos visto que los gobiernos de Chile, obedecen sin discutir lo que el órgano reaccionario, globalizante y de beneficio para pocos que es la OMC. En el caso Clarín decidieron, por imposición política de la derecha y en su colusión gobernante, no entregar ni la compensación indicada, ni los permisos, ni la imprenta a Clarín. Por ello El Clarín es aún un medio de los alternativos, con una versión sólo electrónica. La maniobra fue avalada por el organismo ultra-reaccionario y anti-democrático del Tribunal Constitucional que fuera creado en la Constitución de Pinochet y que nunca fuera eliminada por Lagos ni por ningún otro presidente concertacionista. Ese organismo no es elegido pero puede pasar por encima de cualquier decisión que se haga por el Presidente o por el Parlamento. (Así sucedió con cosas como la salud y los derechos de los jóvenes en su sexualidad al impedir la entrega de la píldora del día siguiente y, como en el caso de Clarín) [2]

Hoy la persecución en Chile y América Latina contra el derecho a informar y a ser informado de modo democrático continúa. Los Canales de televisión sufren de los mismo vicios y son parte del sistema de engaño, desinformación y represión. Chile Visión –canal televisivo “del presidente magnate”- ha sido entregado a una cadena norteamericana –por unos dólares más, para variar– y se pierde la posibilidad de haber avanzado hacia un mejoramiento indispensable en la información aún tragicómica de este país. Chile se mantiene en tinieblas y se controlan los derechos de opinión. El Canal 13, de la Universidad Católica ha sido entregado (también por otro pocos de dólares más) al grupo Luksic, poseedor de las más grandes fortunas del país en la minería, forestales, celulosa y todo tipo de industrias e inversiones. No será en las manos de este grupo que las demandas de los mineros, las necesidades de reconstrucción del país post terremoto con impuestos lógicos a la minería en que los Luksic son potentados mundiales ni la información verdadera sobre los mapuche que podrán ser entregadas democráticamente. Los derechos atropellados por las empresas forestales y las de celulosa o hidráulicas hacen al pueblo mapuche un enemigo para muchos sectores: de allí que nada dejen filtrar por 50 días de su protesta y huelga de hambre por justicia. La huelga de 32 presos políticos mapuche en huelga de hambre ha sido escondida en complicidad por todos los medios oficiales y del establecimiento chileno. Se trata de repetir, para no olvidar, que en Chile los medios de información siguen con las mismas características de la dictadura: preservar la propiedad de unos pocos sobre todo el país y sobre los derechos humanos fundamentales. La inequidad en Chile aumenta gracias a estos mecanismos… Y vaya que lo ha hecho bien: vemos más inequidad y se tapa con farándula en la que participa hasta el magnate-presidente. Por ello tampoco sabemos de la represión cotidiana que el gobierno y estado niegan. Recientemente, para aumentar el valor de sus acciones el Presidente había conseguido para “su canal” la exclusividad del Festival de Viña.  Sin querer olvidar… recordemos también que no sólo los medios de información son monopolizados: los periodistas son perseguidos hasta la muerte: en México, en Argentina, en Honduras –donde el demócrata Obama no movió un dedo y aceptó el golpe de Estado como cosa lógica que no se discute- ya han asesinado varios periodistas. Y así, en este país del fin del mundo, sucedió lo mismo. La prensa y la información no son permitidas de modo democrático, por mucho que el gobierno chileno mienta por el mundo diciendo que somos un Estado de Derecho, que tenemos una justicia transparente, sin montajes y testigos protegidos, que no hay Justicia Militar en los casos de los presos políticos mapuche o que nos dice que los mapuche son todos delincuentes peligrosos y terroristas cuando ni uno solo de los mapuche asesinados, pese a conocerse los miembros de la policía que los ultimaron, ha visto justicia alguna. Control del papel es, como con los otros medios, la forma de controlar las mentes. Y si esto no funciona: meter bala sin que se sepa y saber esconderlo, es también legítimo en nuestros países. Ser de la OCDE –como quien dice, la Liga de los grandes donde se metió Chile de agrandado- es un jueguito adicional de las pretensiones de grandiosidad que nos apestan a diario, en un mar de inequidad y de injusticias.

Por eso que los intentos de información alternativos como El Ciudadano, Diario Uno, Punto Final y otros similares, por esporádicos que sean representan un intento de respetar a los pueblos de este país. Y todos debemos hacer lo imposible porque exista la libertad de opinión, de informarse: para ello estos y otros deben ser estimulados y apoyados. Es una forma de impedir que en este Estado de Derecho que quiere celebrar un bicentenario sin tener que celebrar colectivamente se establezcan algunas metas para terminar esta inmensa inequidad y para que sus pueblos puedan ver leyes de democráticas, para todos, justa y no sólo lo que permite esta Constitución actual, de un poder económico represivo que creó una Ley Mordaza muy eficiente, más que muchas de las ya vistas por estas tierras en sus dos siglos de “independencia para unos pocos”.


[1] http://www.elclarin.cl/index.php?option=com_content&task=view&id=22168&Itemid=46

[2] El miembro del Tribunal Constitucional, Juan Agustín Figueroa Yávar, Ex Ministro de Agricultura de Chile del primer gobierno post Pinochet, político radical chileno,  y uno de esos bonzos pro-hombres del establecimiento chileno, pudo presionar desde allí para que en una segunda apelación, sí pudieran meter preso a Pascual Pichún, a Aniceto Norín y a Patricia Troncoso en el más puro estilo de una Justicia discriminatoria, racista y reaccionaria.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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