En nuestro país aún no se da un debate serio acerca del tipo de ciudades que queremos. Todavía las elites y las autoridades políticas no se dan cuenta que fenómenos como la exclusión, la delincuencia, la inseguridad, el microtráfico, tienen un importante grado de explicación en la ciudad segregada que estamos construyendo.
Ocurre que cuando algunos actores, preocupados del tema, plantean que es necesario un mayor diálogo entre los distintos actores que construyen la ciudad, surgen voces que plantean que cualquier artificialidad que se introduzca en la construcción de la ciudad hará mas ineficiente este proceso. Estas voces sostienen que, si se introducen exigencias respecto a la creación de espacios públicos y a criterios de mejor localización de la vivienda social, las inmobiliarias y la banca verán aumentados sus costos, lo cual podría desalentar el ímpetu que tiene la actividad de la construcción.
Algo de razón tienen los que de esa manera reaccionan. Pero, nunca está de más recordar que los pobres, habitantes de las viviendas sociales en barrios lejanos y abandonados, también son habitantes de la ciudad.
Por otro lado, están aquellos que sostienen, también con algún grado de razón, que el sector privado sólo se lleva las ganancias, dejando externalidades insoportables dentro de la ciudad, que afectan a la inversión pública y a los sectores más pobres.
Lo que subyace detrás de estas posiciones encontradas es que la construcción de una ciudad más equitativa, entra en contradicción con las ganancias del sector privado.
No obstante lo polarizada de estas posiciones, es posible compatibilizar los distintos intereses. Es decir, es posible la construcción de una ciudad más justa, bella y equitativa, con las legítimas ganancias de la banca, las empresas constructoras e inmobiliarias.
Para ello es fundamental el acuerdo y trabajo conjunto del sector público, del sector privado y la comunidad organizada, y no entregar el desarrollo urbano a la acción discrecional de la empresa privada.
Creemos que si este trabajo conjunto no surge de una ley especifica, debería ser producto de la iniciativa de alguno de estos actores.
Mientras esperamos que se produzca este acuerdo o que se legisle al respecto, la ciudad se segrega, se deteriora y se hace más difícil su gestión.
Recordemos que mejorar esta situación es una tarea de todos, incluyéndonos.