El martes pasado se iniciaron los trabajos de construcción del primer proyecto de energía ecológica en La Ligua, región de Valparaíso, bajo el apoyo de la embajada de Finlandia, el Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz (ICAL) y el municipio de la ciudad.

Se trata de la instalación de paneles solares y hélices que captan energía eólica para generar electricidad y luego suministrarla a la sede comercial del Sindicato de Dulceros de La Ligua, situado en la misma ruta 5 Norte, donde venden sus productos a unos mil automovilistas que se detienen cada día.

Según Juan Villalobos, presidente del sindicato,  la organización cuenta con trescientos socios, lo que representa un segmento importante de la población que se dedica a esta actividad económica característica de la zona.

“Alrededor del setenta por ciento de los habitantes de La Ligua vendemos dulces, y de eso depende la familia liguana. En la práctica la producción de dulces está generando los recursos para la municipalidad más otras actividades pequeñas de la ciudad”, explicó el dirigente sindical.

Para llevar adelante la iniciativa, el municipio contó con la ayuda del ICAL, entidad que en el último tiempo viene monitoreando los temas ambientales que se vinculan con el mundo social, relacionándose con organizaciones comunitarias, sindicatos y otras con necesidades cotidianas no resueltas.

La ONG’s presentó una propuesta de solución energética para los dulceros de La Ligua al gobierno de Finlandia a través de un Fondo de Cooperación Técnica. Su argumento para ejecutarlo en esa tradicional localidad se puede extender también a otros sectores del país, pues puede verse como un ejemplo de autoabastecimiento energético que beneficia a zonas rurales aisladas que tienen un alto potencial eólico y solar.

“El proyecto se enmarca desde el contexto mundial de cambio climático que en particular para Chile tiene un correlato de vulnerabilidades que se van acentuado en el transcurso de los años como el corrimiento de la frontera agrícola, la desertificación y otros aspectos físicos que provoca una sobre carga de las necesidades en las sociedades”, señaló Pablo Chacón, encargado de proyectos de Medio Ambiente del ICAL.

En este contexto, el cómo implementar planes de energías renovables cobra importancia en ciudades pequeñas especialmente cuando se trata de provocar una clave cultural distinta que permita que las tecnologías sean las apropiadas para la población.

En este sentido, Pablo Chacón señaló que al ICAL le interesa apoyar proyectos que por un lado sirvan para generar energías Energías Renovables No Convencionales (ERNC) y, por otro, se pueda capacitar a los beneficiarios de las iniciativas verdes.

Desafíos para una futura comuna verde

En la provincia de Petorca cada vez se presenta con más fuerza el problema de la basura, hecho que obliga a las autoridades a enfrentar de manera asociativa de parte de las cinco comunas para poder acceder a financiamiento estatal que permita sacar adelante proyectos verdes para el manejo de los residuos domiciliarios.

En este sentido, el alcalde de La Ligua, Rodrigo Sánchez, ha ido tomando el liderazgo en este tema en la búsqueda de acuerdos con los ediles de Cabildo, Papudo, Petorca y Zapallar y, por ejemplo, estudia construir una planta de separación de basura (orgánica – sólida), además de  crear un cambio de cultura en la comunidad con el fin de que aprenda a reciclar sus desechos.

Luego, vinculado con la instalación de la planta está proyectado, señaló el edil, adquirir un reactor o biodigestor industrial capaz de procesar toda la materia orgánica que produce gas metano y fertilizantes orgánicos. Además, si hay una producción significativa de gas se podría abastecer un recinto público determinado.

Cabe destacar que La Ligua genera 37 toneladas diarias de basura y en la provincia se llega a las 70 toneladas de desperdicios de los cuales un 65 por ciento corresponden a materia orgánica factible de ser utilizada en la producción de gas.

El alcalde aseveró que es urgente adoptar un acuerdo provincial para el tratamiento  sustentable de la basura, porque de lo contrario se verían enfrentados a multiplicar por tres los gastos de disposición y transporte de la basura,  elevando los costos a mil 200 millones de pesos al año, dentro de un presupuesto municipal de dos mil millones de pesos.

Respecto de los recursos que se necesitan para llevar adelante la iniciativa ecológica,  el jefe comunal, señaló que un  biodigestor cuesta cerca de un millón y medio de dólares, frente a un millón de dólares que gasta el municipio en la recolección de la basura durante un año.

Finalmente, el alcalde liguano dijo que en los próximos meses se tiene previsto desarrollar este plan ecológico de aprovechamiento de la basura que incluso una vez convertida en gas puede transformarse en electricidad gracias a la aplicación de tecnología avanzada.