Finalmente Irlanda ha sincerado la situación de su sistema financiero y ha solicitado ser recatada por sus socios de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional por un monto de unos US$ 122 mil millones. ¿Qué pasó con el otrora “tigre celta”? Hace no muchos meses, los medios de comunicación proclamaban la solvencia de “todos los bancos europeos”, luego que las autoridades normativas de los diversos países participaran en un ejercicio de evaluación de esas entidades, a través de los llamados “test de estrés”.
En la oportunidad, los gobiernos establecieron una serie de exigencias contra las que evaluaron a esas instituciones. El proceso, como se recordará, concluyó con auto felicitaciones generalizadas, ya que, según los criterios de análisis, no hubo un solo banco importante que no aprobara el examen. A los que no les dio el puntaje, las autoridades les fijaron incrementos de capital para así “terminar”, de una vez por todas, de regularizar su situación. ¡Albricias! ¡La crisis mundial no había tocado a los bancos!
Los test de estrés, empero, han mostrado hoy su verdadera cara. Resultaron ser como exámenes realizados por un profesor “chocho” que evalúa a su hijo porro preferido. En efecto, los grandes bancos irlandeses aprobaron las pruebas, es decir, supuestamente estaban a prueba de estrés. La realidad, empero, vuelve a mostrar que “más temprano se descubre a un mentiroso que a un ladrón”.
Los test de estrés requieren ser, al menos rigurosos, igualitarios para todos los participantes, y consistentes, es decir, que las mismas pruebas se utilicen en todo el sistema financiero europeo y ojalá, mundial. Por lo que ahora vemos, en Irlanda el proceso falló en las tres condiciones. No es novedad, también antes fracasaron las propias megaoficinas evaluadoras de riesgos: no previeron ni la quiebra de Lehman Brothers, ni la más grande recesión de la historia moderna, ni, ahora, la real situación de los bancos irlandeses. Pero advierten, ex post, que les reducirán el grado de inversión, ahondando la crisis.
¿Qué pasó? Desde luego, que las pruebas de estrés se basaron en información suministrada por los gobiernos y los bancos. Como ya hemos visto, los gobiernos dan la información que quieren y los bancos, también. Como dice la Ley de Ashby “solo la complejidad absorbe la complejidad” o, lo que es igual, ningún sistema de control de menor complejidad (como entidades normativas o superintendencias) puede absorber a otro de mayor complejidad. La transparencia, como valor, tan necesaria para la confianza en el modelo, queda así esclava de la información que quieran entregar los sistemas más complejos.
La crisis irlandesa será perjudicial para todo el sistema. Ya cayeron todas las Bolsa del mundo, (menos la chilena, por ahora). El secretismo de las operaciones y eventuales acuerdos políticos para evitar quiebras de bancos y no perjudicar a los ahorrantes que confiaron en ellos, son parte del problema. Pero la ciudadanía mundial ya no comulga con ruedas de carreta. Si se llega a agregar a Irlanda, Portugal o España, y Grecia consigue otra mora en el pago de su deuda ya reprogramada, las perspectivas de la economía occidental no son muy halagüeñas. Como vemos, gobiernos y reguladores nos han fallado otra vez.