El 13 de julio se leía en el titular de El Mercurio de Valparaíso, que el alcalde Castro se bajaba del porteñazo. También el senador Chahuán y todos los parlamentarios de gobierno hacían lo indecible para que el gobierno firmara un acuerdo, que el anterior ministro de Economía no firmaría, cuestión que le costó su salida. Era necesario bajarle el perfil a la manifestación del 14 de julio y posponer el paro que bloquearía las principales carreteras y puertos del país.
Resulta lógico para ellos querer esconder el mal ejemplo que significa esta amalgama naciente que resulta de unir las peticiones lideradas por los jóvenes y las incipientes propuestas desde el mundo del trabajo, empresarial y ciudadano. Sobre todo si son exigencias de tanta profundidad como la petición de terminar con el centralismo, la concentración monopólica y el lucro.
A pesar de los arreglos de última hora, de un par de millones para la endeudadas arcas de la ciudad, de conductas desafortunadas, como la de la ministra del Trabajo que se prestó para anunciar la bajada de quienes nunca han estado por defender a la ciudad o los intereses de los trabajadores, y de la bajada de la coordinadora, que violaba acuerdos anteriores, igual y a pesar de lo anterior, en las principales ciudades puertos se levantaba un movimiento social conciente de sus debilidades, pero también de estar en el camino correcto mediante la unidad y la acción.
En todo el país emergieron cientos de nuevos líderes, algunos jóvenes y otros no tantos, pero todos inteligentes y creativos. Este hecho es de singular importancia, y verifica que es posible exigir y lograr cambios sustanciales en el orden político. Resulta evidente que el actual estado de cosas no da para más y se hace necesario definir un curso de acción para los que impulsamos ese cambio.
A propósito de la copa América, queda claro la importancia de los cambios siempre y cuando sirvan para jugar en mejores condiciones. Pero en el caso del cambio de gabinete del gobierno, se ha hecho para buscar un respiro, para demorar las jugadas o defender el empate.
Lo concreto es que para los que hoy gobiernan, el tiempo apremia y la disyuntiva será, derechamente pronunciarse o por seguir concentrando y vendiendo todo a las trasnacionales o poner a buen resguardo la actividad empresarial nacional. Si la opción es la primera, la próxima batalla política se desarrollará en un paro nacional indefinido, en el que no sólo estará el mundo de los jóvenes organizados, si no que se sumaran los trabajadores y la burguesía productiva proletarizada que, por más que el gobierno le cambie la cara al Macho, no la convence.
Y esta vez no importará si se baja la Coordinadora, el Alcalde, los parlamentarios, o el temeroso que sea. Lo importante es que la gente que hace mover el país hará saber su indignación de una manera inédita en nuestro país.
* Presidente Congemar