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Salvando al Soldado O’Money

Roberto Meza

  Jueves 8 de diciembre 2011 12:02 hrs. 
Radio-Uchile

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Tal como se esperaba, el Gobierno designó como nuevo presidente del Banco Central a Rodrigo Vergara, concejero desde 2009 y que había sido nominado en cupo de centro derecha. El economista UC y doctor de la U. de Harvard reemplazará en el cargo a José de Gregorio, DC, quien deja el instituto emisor tras 10 años, para asumir como profesor titular en nuestra Universidad. Probablemente la próxima semana se conocerá el sucesor de Vergara en el Consejo, proceso que no ha estado exento de dificultades, pues, la correlación de fuerzas entre concejeros de origen concertacionista versus de derecha podría cambiar por primera vez en más de 20 años.

Los desafíos del nuevo presidente del Central son, empero, grandes. Por de pronto la economía chilena está mostrando una doble curva negativa: por una parte se observa una ralentización de la actividad, expresada en el débil imacec de octubre, de 3,4% contra 4,8% esperado, y la estabilización del volumen de exportaciones en noviembre; y por otra, una inflación que muestra una tendencia alcista por segundo mes consecutivo, muy por sobre las expectativas. Este proceso, parecido al que se vivió durante los meses de inicio de la crisis de 2008, permite prever que no habrá cambios en la actual tasa del Banco Central, máxime si posiciones más conservadoras se consolidan en el Consejo.

Este escenario tiene derivadas relevantes para las personas, en la medida que la demanda interna ha seguido firme y en alza, con ventas records de automóviles, aprovechando la caída de precios producto de la crisis mundial y un tipo de cambio favorable a las importaciones, haciéndolas subir 21% en noviembre y alcanzar un alza del 28% en los primeros 11 meses de este año, contra una suba de 17% de las exportaciones. Pero dichas compras son en su mayoría a crédito, las que, con una tasa alta, impactan en los ingresos familiares, especialmente si la inflación –y por lo tanto la UF- sigue al alza, generando un efecto de segunda vuelta que aumenta el IPC artificialmente producto de la indexación de bienes y servicios a la Unidad de Fomento, tales como dividendos, arriendos, seguros y otros. Y el efecto no es menor pues el IPC terminará el año con un alza de alrededor del 4%, en el techo de la banda de inflación meta del instituto emisor.

En todo caso, con una economía internacional en rumbo descendente, es esperable que las internaciones a bajos precios sigan en alza, lo que, empero, afectará a nuestros productores internos y el empleo que estos generan. En efecto, el sector de servicios de EEUU, responsable de más de tres cuartas partes de la economía de ese país, creció en noviembre a su ritmo más lento en casi dos años y las órdenes fabriles descendieron por segundo mes consecutivo en octubre. En Europa, en tanto, el mercado de la deuda soberana a 10 años sigue haciendo estragos, con una tasa de interés a Portugal que supera el 14%; de Italia, casi 7% y de España, al borde del 6%.

Los mercados están expectantes ante la cumbre de líderes de los Estados Europeos que se realizará mañana. De ella esperan un refuerzo de las normas fiscales en la Zona. Pero parece difícil que aquello ocurra, tanto por la imposibilidad política que observa la aplicación de los planes de austeridad, como porque el PIB de la Zona Euro aumentó apenas 0,2% el tercer trimestre, cifra que confirma la fuerte desaceleración que vive esa economía.

Todo esto, no obstante el acuerdo de los principales bancos centrales del mundo que anunciaron acciones coordinadas para reforzar su capacidad de proveer liquidez al sistema financiero. El acuerdo enfatizó en forma explícita que “la liquidez se ofrecerá en cada país y en cualquier moneda”. Pero si bien esta inyección pudiera resolver el problema monetario, no implica que tales recursos se transmitan automáticamente hacia la economía real y productiva.

Ejemplo concreto es Estados Unidos, que tras tres planes de flexibilización cuantitativa desde 2008, por más de 16 millones de millones de dólares -25% de su PIB- no muestra reactivación económica, su tasa de desempleo sigue al tope y con más de 40 millones de personas bajo la línea de la pobreza. En los hechos, más parece que estos salvatajes apuntan al socorro de los bancos. En efecto, analizando las medidas, el diario El Economista dijo que “mientras se ha dado apoyo a la banca europea por 1,6 millones de millones de euros, el apoyo público a la economía real cayó en 11.700 millones de euros el año pasado, prácticamente un 50% respecto a 2009. Es decir, aún estamos en la fase de socorro de los flujos financieros, razón demás para esperar no sólo dinero caro, sino escaso y lento.

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