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Indignados del mundo ¿Y ahora qué?

El Manifestante fue sin lugar a dudas el personaje del año. Sin embargo, después de haber puesto sobre la mesa una serie de demandas, el mundo se pregunta ¿Cuál es el siguiente paso? La respuesta pasaría por la autonomía de los movimientos y la necesidad de crear propuestas que rompan las reglas de un sistema en crisis.

Loreto Soto con información RFI

  Sábado 31 de diciembre 2011 11:08 hrs. 
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Ciertamente el 2011 pasará a la historia como el año de las movilizaciones. En diferentes partes del mundo, cientos de miles de personas se volcaron a las calles para protestar por razones heterogéneas, pero que tenían una raíz en común: las profundas injusticias sociales.

Y el impacto fue claro. A la hora de hacer recuentos, la prestigiosa revista estadounidense Time designó como Personalidad del Año al “manifestante” que – según explicó el director del medio, Richard Stengel –  “puede tener la cara de un árabe protestando contra una tiranía de Oriente Medio, un griego fustigando la política económica de su gobierno, o un neoyorquino “ocupando Wall Street”.

Si bien en los países que participaron de la denominada Primavera Árabe, los protestantes lograron derrocar dictaduras legendarias como las de Ben Alí en Túnez, Hosni Mubarak en Egipto, Ali Abdullah Saleh en Yemen y la de Muamar Gadafi en Libia – concretada con la intervención militar de Occidente – los movimientos de indignados en Europa y Estados Unidos no parecen tener un horizonte tan claro, que permita trascender más allá de la expresión del malestar por una calidad de vida cada vez más deteriorada y las nulas perspectivas de futuro.

Sin embargo, existe una demanda sobre la mesa que – en contra de los ya anunciados efectos de la crisis económica del Primer Mundo –  debe buscar mecanismos que ayuden a superar las inequidades y devuelvan la dignidad a los que participan de lo que algunos expertos han calificado como la “rebelión de las clases medias”.

Uno de los voceros del movimiento Ocupemos Wall Street explica que “toda la prensa conservadora viene a preguntarnos cuáles son nuestras demandas y qué es lo que queremos, pero si les respondiéramos entraríamos en sus diálogos, en su narrativa y no necesitamos eso. Lo que hacemos es llevar a la práctica la democracia directa, algo que no se hacía hace mucho tiempo en Estados Unidos. Lo que hacemos es mirarnos a los ojos, preparar comida, cantar y asegurarnos de que todos estén cómodos. Esto es una revolución civil. Estamos aprendiendo cómo ser ciudadanos democráticos otra vez”.

El camino a la autonomía

Pero ¿Cuál es el siguiente paso? Según el académico y magister en Sociología, Luis Razeto, la clave estaría en que los movimientos sociales logren salir de las reglas del sistema que critican y creen sus propias condiciones de juego.

“La conquista de la autonomía significa estar en condiciones de ya no definirse contra algo, sino que en pro y a favor de lo nuevo que se quiere construir, que ha sido pensado, imaginado, que se está promoviendo activamente y que empieza a convertirse en realidad dentro  del propio movimiento. No pueden ser los adversarios los que tengan la tarea de realizar lo nuevo porque eso no va a conducir al resultado esperado”, afirmó el profesor de filosofía.

Según Razeto, los movimientos del 2011 podrían ser una expresión de la crisis orgánica de la civilización moderna, ya sea en su sistema económico como político, que no estaría teniendo la capacidad de dar sentido y motivar la participación de las personas.

El profesor indicó que estos movimientos son “muy emocionales, pero carecen de pensamiento”, que sería el pilar para pasar a la siguiente fase de creación de propuestas alternativas, aunque reconoció que existe consciencia “de la gravedad de las injusticias sociales, desigualdades, corrupción política y de la incapacidad de los Estados de hacer frente a los problemas económicos globales”.

En eso estarían pensando los representantes del movimiento estudiantil chileno que, si bien se diferencia de los indignados pues tiene una demanda específica en torno a la educación, también da cuenta de la necesidad de crear un proyecto alternativo de sociedad que, según la ex presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech), Camila Vallejo, debe provenir de la articulación y el trabajo en conjunto de las organizaciones ciudadanas.

“Hay que plantearnos el desafío de cómo incidimos en este sistema que está mal. Hay que tratar de hacer que estas plataformas de organizaciones sociales levanten líderes que disputen los espacios donde se toman las decisiones, pero con un programa. Ojalá los movimientos tuvieran un agenda legislativa. Es decir, que exista la prioridad de temas, de reformas al sistema político y económico y una propuesta consensuada. Ahí se puede levantar el movimiento y hacer presión para llevarla a cabo. Eso no se va a lograr en 2012, pero sí se puede avanzar en esa dirección”, sostuvo la dirigente en conversación con el programa El Estudiantazo de nuestra emisora.

La vocera de la Confech aseguró que otra de las principales tareas pendientes en Chile es la “recomposición del tejido social”, que “fue destruido conscientemente por la dictadura y que todavía tenemos muy debilitado. Esto no se produjo sólo por el ataque directo a la represión que se generó hacia las organizaciones sociales, sino que también a nivel cultural y mediático porque se desintegró la sociedad en torno a principios como el individualismo, la competencia y el exitismo. Eso hoy se está revirtiendo de a poco”, dijo Camila Vallejo.

Una misión importante si se considera que, según Razeto, de no llegar a la creación de protestas emanadas desde los movimientos sociales y que se lleven a cabo por los mismos, se podría llegar a la radicalización de las propuestas. A juicio del académico, esto desataría una escalada de enfrentamientos que, por lo general, hacen que las personas se retiren y que las organizaciones pierdan la fuerza y masividad necesaria para producir verdaderos cambios.

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