Durante el período de estudio, la Razón de Mortalidad Materna o RMM (número de muertes maternas relacionadas con el embarazo dividido por el número de nacidos vivos) declinó dramáticamente 93,8%, desde 270,7 a 18,2 muertes por cada 100.000 nacidos vivos entre 1957 y 2007, haciendo de Chile un modelo a seguir para la salud materna en otros países. “De hecho, durante 2008, la RMM disminuyó nuevamente, a 16,5 por cada 100.000 nacidos vivos, posicionando a Chile como el país con la segunda menor razón en el continente americano después de Canadá y con dos puntos menos que la RMM de Estados Unidos”, señala el Dr. Elard Koch, epidemiólogo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile y autor principal del estudio.
Estos resultados son parte de un estudio colaborativo realizado por la Iniciativa Chilena de Investigación en Mortalidad Materna (CMMRI). La investigación, contó con la participación de investigadores chilenos y estadounidenses de las Universidades de Chile, Católica de La Santísima Concepción y Universidad de Carolina del Norte-Chapel Hill, siendo publicado el 4 de mayo en la prestigiosa revista PLoS ONE
Análisis
Un análisis científico de cincuenta años de datos sobre mortalidad materna en Chile (que comprende el período durante el embarazo, el parto y 45 días después de parto), reveló que el factor más importante en la disminución de la misma es el nivel educacional de la mujer. “Una mayor nivel educativo de las mujeres, las capacita para una mejor utilización de los recursos de salud materna existentes, incluyendo personal entrenado para el parto, lo que directamente conduce a una reducción en su riesgo de muerte durante el embarazo y el parto”, según expresa el Dr. Koch.
Empleando datos oficiales del Instituto Nacional de Estadísticas de Chile recopilados durante cincuenta años (1957-2007), los autores analizaron factores que presuntamente podrían afectar la mortalidad materna, tales como: años de educación, ingreso per cápita, tasa de fertilidad global, orden de nacimiento, suministro de agua potable, alcantarillado y atención del parto por personal entrenado. También analizaron el efecto de políticas públicas sobre la mortalidad materna, como intervenciones históricas educacionales y de salud materna, incluyendo la legislación que prohibió el aborto en Chile desde 1989, siendo por ello un experimento natural único en su tipo.
El ranking fue construido por los investigadores usando las estadísticas oficiales de cada país, cotejándolas con los datos del más reciente informe técnico de la Organización Mundial de la Salud (OMS), observándose una importante sobrestimación. Por ejemplo, el informe global de la OMS sobreestima la RMM 28,3% para Estados Unidos, 33,3% para Canadá, 48,6% para México, 57,6% para Chile, y 76,3% para Argentina, entre otras. En consecuencia, “el informe de la OMS subestima el progreso de varios países en reducir la RMM”, agrega el investigador Miguel Bravo, co-autor del estudio.
Entre las variables que influyeron en el notable progreso chileno, se encuentran factores como atención por personal de salud calificado, nutrición complementaria para embarazadas y sus hijos en centros de atención primaria y escuelas, agua potable, alcantarillado, y fertilidad. Pero el factor más importante, el cual incrementó el efecto de todos los anteriores, fue el nivel educacional de las mujeres. Por cada año adicional de educación de la madre, que se incrementó en Chile de 3,5 a 12 años promedio, se observó una disminución en la RMM de 29,3 por cada 100.000 nacidos vivos.
Uno de los descubrimientos más importantes es que, contrario a suposiciones largamente sostenidas, la prohibición del aborto en Chile no resultó en un aumento de la mortalidad materna. De hecho, después que el aborto se hiciera ilegal en 1989, la RMM continuó disminuyendo de 41,3 a 12,7 por cada 100.000 nacidos vivos (reducción de 69,2%) y la mortalidad específica por aborto cayo 99,1%. “Definitivamente, la prohibición legal del aborto no está relacionada con las tasas globales de mortalidad materna”, enfatizó Koch.
La imagen de Chile incluye una transición de las principales causas de muerte, junto con una disminución acelerada de la fertilidad y postergación de la maternidad. El investigador Sebastián Gatica, también co-autor del estudio, explicó que “las causas de muerte obstétricas directas –aquellas atribuibles al embarazo- fueron la norma antes de 1990. Sin embargo, a partir de entonces han sido las causas indirectas no obstétricas -i.e. enfermedades crónicas pre-existentes como la hipertensión y diabetes, entre otras- las que se posicionaron como las más prevalentes, dificultando el descenso en la mortalidad materna”.
“Este estudio revela la existencia de una inevitable ‘paradoja de la fertilidad’ en la salud materna: si bien la educación ha sido el modulador más importante que ha ayudado a Chile a alcanzar una maternidad de las más seguras en el mundo, también disminuye la fertilidad, postergando la maternidad excesivamente, y colocando a las madres en riesgo debido a su edad más avanzada. Así, un problema emergente en muchos países no es cuántos hijos una madre tiene, sino cuándo los tiene, especialmente el primero de ellos”, concluyó el Dr. Koch.