Derecho al voto: ¿un sueño postergado?

  • 28-08-2012

1929 es recordado como el año de la caída de la bolsa en Estados Unidos, que dio paso al comienzo de la Gran Depresión: el único desastre económico de la historia a nivel mundial que hace que la actual crisis económica en la que nos vemos sumidos parezca pequeña. También fue el año en que nació Martin Luther King Jr., que no llegaría a los 40 años. Y fue el año en que Langston Hughes se graduó de la Universidad Lincoln, en las afueras de Filadelfia.

Langston Hughes fue un escritor afroestadounidense, nieto de activistas que lucharon por el derecho al voto y la abolición de la esclavitud. Su célebre poema “Un sueño postergado” comienza así:

“¿Qué le sucede a un sueño postergado:

se marchita como una pasa al sol

o supura como una herida…

y se hecha a correr?”

Luego de graduarse de la Universidad Lincoln, una de las 105 universidades estadounidenses que históricamente ha tenido estudiantado afrodescendiente, Hughes dedicó el resto de su vida a la lucha por los derechos humanos y civiles. Murió en 1967, dos años después de que el entonces presidente Lyndon Johnson promulgara la Ley de Derecho al Voto.

En 2008, casi 80 años después de que Hughes se graduara de Lincoln, los estudiantes de esa universidad esperaron con ansias la oportunidad de emitir su voto. Muchos de ellos seguramente votarían por el primer candidato presidencial afroestadounidense de uno de los dos principales partidos: Barack Obama. Durante años la Junta Electoral y el Departamento de Servicios al Votante del Condado de Chester se habían adaptado a las necesidades de los estudiantes y de la comunidad al establecer un centro de votación en el gimnasio de la Universidad. Sin embargo, en las elecciones de 2008 este centro de votación fue trasladado a un centro comunitario que, según la descripción de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles de Pensilvania (ACLU, por sus siglas en inglés) está “a más de 1,5 km de la Universidad Lincoln, en una zona rural que es prácticamente inaccesible para los estudiantes que no tienen automóvil”. Muchos esperaron hasta siete horas, por momentos bajo la lluvia, para poder votar. Algunos de los que querían votar no lograron hacerlo.

La ACLU y otros grupos presentaron una demanda en nombre de los estudiantes y los miembros de la comunidad, con el argumento de que “el centro de votación era de difícil acceso e inadecuado”. La Junta Electoral accedió al pedido y este año la votación se realizará nuevamente en el predio universitario.

La funcionaria del condado que estuvo detrás de la debacle electoral de 2008, Carol Aichele, ya no trabaja allí, aunque no porque la hayan despedido. El gobernador republicano de Pensilvania, Tom Corbett, la nombró secretaria de estado, por lo que ahora supervisa todas las elecciones en el estado de Pensilvania.

Pensilvania es considerado desde hace mucho tiempo como un estado disputado por ambos partidos a pesar de que ha votado a candidatos demócratas a la presidencia en todas las elecciones desde 1992 a la fecha. Tras la arrolladora victoria republicana en las elecciones nacionales de 2010, que le dio el control de muchas legislaturas y gobiernos estatales a dicho partido, se ha producido en el país una ola de nuevas leyes que dificultan la votación. En Pensilvania, por ejemplo, hay una nueva ley que impone requisitos estrictos, como la obligación de que las personas presenten una identificación con fotografía para poder votar.

Si bien se ha dicho públicamente que la ley tiene la intención de evitar que alguien vote en lugar de otra persona en las elecciones, el verdadero propósito lo explicó el líder de la Mayoría de la Cámara de Representantes de Pensilvania, el republicano Mike Turzai, en un momento de sinceridad inusitada cuando marcaba uno por uno los logros legislativos alcanzados. Entonces, se jactó: “Ley de identificación de votantes, que permitirá al gobernador Romney ganar en el estado de Pensilvania: hecho”.

El Centro Brennan para la Justicia, que depende de la Universidad de Nueva York, junto con otras organizaciones, demandó al estado de Pensilvania con el objetivo de impedir que la ley entrara en vigor. Recientemente un tribunal estatal falló en su contra. La abogada Nicole Austin-Hillery, directora de la oficina del Centro Brennan en Washington D.C., me dijo: “Este fallo es muy importante porque estamos ante un tribunal que, a pesar de que el gobierno estatal especificó que no tenía pruebas de que alguna vez haya ocurrido fraude de votantes en las elecciones en el estado de Pensilvania, sostiene que está bien que el estado ponga en práctica una medida que tiene la finalidad de proteger al estado en contra del fraude de votantes, que el propio estado ya reconoció que es inexistente. Y creemos que esto transmite un mensaje terrible. La medida básicamente se asegura de que muchos votantes de la Mancomunidad de Pensilvania tendrán muchas dificultades a la hora de votar, si es que no se les hará imposible, en las elecciones de noviembre de este año”. Hay estimaciones que indican que más de 750.000 votantes de Pensilvania podrían ser privados del derecho al voto como consecuencia de la entrada en vigor de esta nueva ley.

El problema no es solo de Pensilvania. En Ohio, el secretario de estado republicano, Jon Husted, ordenó a los 88 condados del estado que no permitieran votar por anticipado los fines de semana, una estrategia de privación del derecho al voto que se ha aplicado casi exclusivamente contra votantes afroestadounidenses y contra la población de menores recursos, que tienden a votar a los demócratas. En Florida, el gobernador republicano, Rick Scott, le ganó una importante disputa al Departamento de Justicia y continúa con una polémica purga de los padrones electorales. En Texas, el permiso para portar armas es una forma aceptable de documento de identidad, mientras que el carné estudiantil no lo es. El Centro Brennan está realizando un seguimiento de las leyes electorales que fueron aprobadas recientemente o que están por aprobarse en 25 estados, entre ellos muchos estados clave en las elecciones. Todas estas leyes pondrán más trabas para que la gente vote.

El poema de Langston Hughes, “Un sueño postergado” termina así:

“¿Qué le sucede a un sueño postergado:

se pudre como la carne

o se endurece y se vuelve azucarado

como un dulce acaramelado?

Quizá simplemente cuelgue

como una carga pesada.

¿O acaso explota?”

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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