77 a 22

  • 11-09-2012

Imagínese a alguien comentando que un partido de fútbol fue “dividido”.  Aunque a usted no le guste ese deporte probablemente pensará que el marcador, si no fue un empate, quizás no terminó más que con un gol de diferencia, 1-0 ó 2-1.  Ya que en el fútbol difícilmente los marcadores tienen números grandes, cámbiese ahora al rugby… ese marcador podría ser un 27-24 ó hasta 38-34.  Ahora, ¿sería justo decir que el partido fue “dividido” si el marcador hubiera sido de 77-22?  En la jerga deportista quizás se pensaría que eso fue una paliza.

Pues bien, para los “creativos” publicitarios de un banco, el “partido por la educación” está dividido y quieren convencernos de que eso no es “tan bueno”, que serían mejores las causas “que unen”, como por ejemplo ir a apoyar a la selección chilena de fútbol.  A mí me gusta ver a la selección chilena de futbol, especialmente si se aparta de intereses de poder que bordean lo mafioso.  Pero me gusta mucho más ver al país jugándosela por una buena educación para todos los chilenos, independiente de la cuna en la que nacen.

Entonces cabe preguntarse, ¿por qué un banco nos sale con este mensaje de que el país se divide en el tema educación siendo que la “sacrosanta” encuesta Adimark dice que 77% de los chilenos reprueba la forma como el Presidente y su equipo están administrando el tema Educación?  La respuesta es simple: ellos son parte interesada en convencernos de que son solo unos pocos los que protestan, los que reclaman.  ¿Y por qué tienen interés?  Porque saben que la forma de tener buena educación para todos es reformulando los tributos para que los que más estrujan dinero de sus negocios más paguen y compensar de esa manera la inequidad brutal del país.  Claro, los dueños de un banco que sólo el primer semestre de este año tuvo utilidades por más de 250 mil millones de pesos en ningún caso quieren pagar más impuestos, pero no deja de tener un cierto grado de obscenidad que el mundo político haya estado tanto tiempo esquilmando una reforma tributaria que incrementará la recaudación en un monto similar por semestre.

Así entonces nos machacan y nos machacan una idea de “unión” que bordea la obsecuencia: para ser buen chileno hay que ser “unidos” y mirar juntos el partido de fútbol.  Pero la verdad es que les estamos dando una paliza  y este partido no pueden darlo vuelta.  Como somos tantos los estafados, y de tantas maneras, ese 77% sabemos que se puede ser buen chileno y al mismo tiempo exigir que nuestros hijos tengan una buena educación; se puede ser buen chileno y promover un giro en las políticas de segregación; se puede ser buen chileno y seguir diciéndole a los estudiantes que los apoyamos independientemente del número de marchas o el número de marchantes.  Porque ya no tenemos miedo.

Si el partido va 77 a 22, pero además la diferencia va aumentando, lo lógico será triunfar.  La pregunta es en qué momento y cuál arbitro dará por concluido el encuentro.  Un final de partido posible son las presidenciales con algún candidato comprometiendo en un Programa de Gobierno los cambios estructurales que el 77% considera esenciales.  Pero ese final de juego es incierto, siempre habrá la duda de que un gobernante cumpla con su palabra empeñada y la mayoría de chilenos no parece tener mucha esperanza en ello.  Otro final de partido es que los cambios estructurales se hagan “a la fuerza”, es decir sin una buena política de “fair play”.  Entonces, quizás no hay más remedio que decretar el final de partido con garantías máximas: una nueva Constitución podría no dejar margen a dudas de que el equipo ganador, ese del 77%, se imponga sin restricciones a los mercaderes que siguen mirando a la Educación como un bien de consumo.  Ojalá que el partido por la nueva Constitución no nos resulte igual de largo y asimétrico que el de la educación.

 Jonás Chnaiderman es académico de la Universidad de Chile y Senador Universitario (@jchnaide)

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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