Un fuerte llamado a no quedarse sólo con la versión entregada por los medios de comunicación masivos realizó el consejero académico de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica, Andrés Peñaloza, en el marco del debate “¿Se debe apoyar a la Confech?”.
El emplazamiento del estudiante fue dirigido a Pilar Grass, presidenta del Movimiento Gremial de la Pontificia Universidad Católica y a Diego Schalper, director ejecutivo de IdeaPaís, quienes criticaron, entre otras cosas, los hechos de violencia que se han registrado en las marchas convocadas por el movimiento estudiantil.
En este sentido, Andrés Peñaloza, llamó a “entender que la Confech no ha llamado a la violencia”, menos cuando esta organización “desde su institucionalidad a través de sus voceros, piden que quienes van a usar violencia no vayan a las marchas”. Quienes incitan actos violentos son, según Peñaloza, “sujetos anónimos que simplemente no están haciendo las cosas que desde la Confech se pide que se hagan”.
Otro de los tópicos de conversación fue la demanda de “fin al lucro”, específicamente a la prohibición de universidades organizadas como sociedades comerciales, en el caso de la enseñanza superior, y que los colegios y liceos no puedan lucrar con recursos públicos.
Sobre esta materia, Diego Schalper cuestionó el que esta demanda se traduzca en el fin de la educación privada, pues declaró creer en “un modelo mixto, donde hay educación pública y educación privada. Y dentro de la educación privada hay una que es sin fin de lucro y otra que es con fin de lucro, que se sujeta a las sociedades anónimas, que no tiene franquicias tributarias y no tiene acceso a los beneficios (del Estado) y le cuenta al mundo que efectivamente lucra”. Este modelo de coexistencia, según el director ejecutivo de IdeaPaís, sería el que “permite una diversidad como la que se espera en una sociedad democrática hoy día”, afirmó.
Schalper también evidenció dudas respecto de la democratización de los planteles universitarios, ya que, a su juicio, se traduce en un “choque de distintos grupos de presión donde no prima el criterio académico”.
Punto que fue rebatido por Andrés Peñaloza, ya que la exigencia puntual es la derogación del DFL2, que no permite la participación de los estudiantes en la toma de decisiones de las universidades.
Camila Vallejo, vicepresidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH), defendió el petitorio de la Confech y precisó que hoy “hoy día tenemos una crisis de segmentación socioeducativa, una crisis de equidad e incluso una crisis de calidad”. Afirmaciones que respalda con datos de la OCDE que dirían que “el diseño de nuestro sistema educacional está conscientemente estructurado por clases sociales. Es decir, fortalece las desigualdades de origen de los niños que provienen de estratos socioeconómicos distintos. El diseño educacional en chile –insiste Vallejo- se pensó para no solo mantener las desigualdades, sino que para profundizarlas”.
La dirigenta universitaria replicó el argumento esgrimido por Diego Schalper y dijo que se debe garantizar la libertad de enseñanza, pero debe ir de la mano con una buena oferta pública, donde el Estado garantice los recursos necesarios.
Pese a las disyuntivas, todos los participantes del debate, a excepción de Pilar Grass, se manifestaron de acuerdo en la necesidad de participar y apoyar a la Confech, bajo la premisa se ser sujetos sociales constructivos y no pasivos.
Un fuerte llamado a no quedarse sólo con la versión entregada por los medios de comunicación masivos realizó el consejero académico de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica, Andrés Peñaloza, en el marco del debate “¿Se debe apoyar a la Confech?”.
El emplazamiento del estudiante fue dirigido a Pilar Grass, presidenta del Movimiento Gremial de la Pontificia Universidad Católica y a Diego Schalper, director ejecutivo de IdeaPaís, quienes criticaron, entre otras cosas, los hechos de violencia que se han registrado en las marchas convocadas por el movimiento estudiantil.
En este sentido, Andrés Peñaloza, llamó a “entender que la Confech no ha llamado a la violencia”, menos cuando esta organización “desde su institucionalidad a través de sus voceros, piden que quienes van a usar violencia no vayan a las marchas”. Quienes incitan actos violentos son, según Peñaloza, “sujetos anónimos que simplemente no están haciendo las cosas que desde la Confech se pide que se hagan”.
Otro de los tópicos de conversación fue la demanda de “fin al lucro”, específicamente a la prohibición de universidades organizadas como sociedades comerciales, en el caso de la enseñanza superior, y que los colegios y liceos no puedan lucrar con recursos públicos.
Sobre esta materia, Diego Schalper cuestionó el que esta demanda se traduzca en el fin de la educación privada, pues declaró creer en “un modelo mixto, donde hay educación pública y educación privada. Y dentro de la educación privada hay una que es sin fin de lucro y otra que es con fin de lucro, que se sujeta a las sociedades anónimas, que no tiene franquicias tributarias y no tiene acceso a los beneficios (del Estado) y le cuenta al mundo que efectivamente lucra”. Este modelo de coexistencia, según el director ejecutivo de IdeaPaís, sería el que “permite una diversidad como la que se espera en una sociedad democrática hoy día”, afirmó.
Schalper también evidenció dudas respecto de la democratización de los planteles universitarios, ya que, a su juicio, se traduce en un “choque de distintos grupos de presión donde no prima el criterio académico”.
Punto que fue rebatido por Andrés Peñaloza, ya que la exigencia puntual es la derogación del DFL2, que no permite la participación de los estudiantes en la toma de decisiones de las universidades.
Camila Vallejo, vicepresidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH), defendió el petitorio de la Confech y precisó que hoy “hoy día tenemos una crisis de segmentación socioeducativa, una crisis de equidad e incluso una crisis de calidad”. Afirmaciones que respalda con datos de la OCDE que dirían que “el diseño de nuestro sistema educacional está conscientemente estructurado por clases sociales. Es decir, fortalece las desigualdades de origen de los niños que provienen de estratos socioeconómicos distintos. El diseño educacional en chile –insiste Vallejo- se pensó para no solo mantener las desigualdades, sino que para profundizarlas”.
La dirigenta universitaria replicó el argumento esgrimido por Diego Schalper y dijo que se debe garantizar la libertad de enseñanza, pero debe ir de la mano con una buena oferta pública, donde el Estado garantice los recursos necesarios.
Pese a las disyuntivas, todos los participantes del debate, a excepción de Pilar Grass, se manifestaron de acuerdo en la necesidad de participar y apoyar a la Confech, bajo la premisa se ser sujetos sociales constructivos y no pasivos.
Un fuerte llamado a no quedarse sólo con la versión entregada por los medios de comunicación masivos realizó el consejero académico de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica, Andrés Peñaloza, en el marco del debate “¿Se debe apoyar a la Confech?”.
El emplazamiento del estudiante fue dirigido a Pilar Grass, presidenta del Movimiento Gremial de la Pontificia Universidad Católica y a Diego Schalper, director ejecutivo de IdeaPaís, quienes criticaron, entre otras cosas, los hechos de violencia que se han registrado en las marchas convocadas por el movimiento estudiantil.
En este sentido, Andrés Peñaloza, llamó a “entender que la Confech no ha llamado a la violencia”, menos cuando esta organización “desde su institucionalidad a través de sus voceros, piden que quienes van a usar violencia no vayan a las marchas”. Quienes incitan actos violentos son, según Peñaloza, “sujetos anónimos que simplemente no están haciendo las cosas que desde la Confech se pide que se hagan”.
Otro de los tópicos de conversación fue la demanda de “fin al lucro”, específicamente a la prohibición de universidades organizadas como sociedades comerciales, en el caso de la enseñanza superior, y que los colegios y liceos no puedan lucrar con recursos públicos.
Sobre esta materia, Diego Schalper cuestionó el que esta demanda se traduzca en el fin de la educación privada, pues declaró creer en “un modelo mixto, donde hay educación pública y educación privada. Y dentro de la educación privada hay una que es sin fin de lucro y otra que es con fin de lucro, que se sujeta a las sociedades anónimas, que no tiene franquicias tributarias y no tiene acceso a los beneficios (del Estado) y le cuenta al mundo que efectivamente lucra”. Este modelo de coexistencia, según el director ejecutivo de IdeaPaís, sería el que “permite una diversidad como la que se espera en una sociedad democrática hoy día”, afirmó.
Schalper también evidenció dudas respecto de la democratización de los planteles universitarios, ya que, a su juicio, se traduce en un “choque de distintos grupos de presión donde no prima el criterio académico”.
Punto que fue rebatido por Andrés Peñaloza, ya que la exigencia puntual es la derogación del DFL2, que no permite la participación de los estudiantes en la toma de decisiones de las universidades.
Camila Vallejo, vicepresidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH), defendió el petitorio de la Confech y precisó que hoy “hoy día tenemos una crisis de segmentación socioeducativa, una crisis de equidad e incluso una crisis de calidad”. Afirmaciones que respalda con datos de la OCDE que dirían que “el diseño de nuestro sistema educacional está conscientemente estructurado por clases sociales. Es decir, fortalece las desigualdades de origen de los niños que provienen de estratos socioeconómicos distintos. El diseño educacional en chile –insiste Vallejo- se pensó para no solo mantener las desigualdades, sino que para profundizarlas”.
La dirigenta universitaria replicó el argumento esgrimido por Diego Schalper y dijo que se debe garantizar la libertad de enseñanza, pero debe ir de la mano con una buena oferta pública, donde el Estado garantice los recursos necesarios.
Pese a las disyuntivas, todos los participantes del debate, a excepción de Pilar Grass, se manifestaron de acuerdo en la necesidad de participar y apoyar a la Confech, bajo la premisa se ser sujetos sociales constructivos y no pasivos.
