El ferrocarril metropolitano constituye un gran patrimonio de la ciudad de Santiago, que es mejor por tener un muy buen metro, uno de los mas eficientes y seguros del mundo, que está inserto dentro de un sistema de transporte público no tan eficiente.
Cabe preguntarse ¿qué elemento de esta ciudad, tan segregada como lo es Santiago, es usado por todos los sectores sociales? Sabemos que ninguna plaza, ninguna calle, ningún centro de salud, ningún comercio es utilizado igualitaria y permanentemente por pobres, clases medias y ricos. Salvo el metro.
En este contexto, cabe destacar que en general, el reforzamiento de lo público dentro de la ciudad (salud, educación, espacios y transporte) significa una mayor integración e igualdad. Por lo tanto, el metro es un elemento claramente democratizador, el cual con la entrada en funcionamiento del Transantiago, pasó a convertirse en un medio masivo, utilizado por diversos sectores sociales.
Por lo tanto, la construcción de las nuevas líneas 3 y 6, significa una muy positiva política de transporte público. Ambas líneas parten de sectores “consolidados” (nos referimos a los tramos desde la Plaza Egaña hasta Plaza Almagro, en el caso de la línea 3; y desde Providencia hasta el Estadio Nacional, en el caso de la línea 6). Estos sectores se caracterizan por ser altamente valorizados, con desarrollo inmobiliario ya consolidado y ocupados por sectores socioeconómicos medios altos. Pero, además, las líneas en construcción pasarán por sectores caracterizados por un alto nivel patrimonial y por estar habitados por población de distintos niveles socioeconómicos. Nos referimos a barrios como Avenida Matta y la comuna de Independencia.
Es probable que en estos tramos del trazado de las nuevas líneas del metro se desate una febril actividad inmobiliaria, depredadora física y socialmente, corriendo el peligro que se destruya brutalmente el poco patrimonio que tenemos, y se termine expulsando a sectores pobres a la periferia.
Que tremenda paradoja que una fuerte inversión pública, que se supone tiende a favorecer a sectores de bajos ingresos, pudiera terminar expulsando a los supuestos favorecidos de esos territorios privilegiados. Es el comportamiento del mercado dirán algunos, los más liberales. Y tienen razón, así se comporta el mercado cuando actúa sin contrapeso y con ausencia de políticas públicas complementarias.
Por lo tanto, es necesario que esta magnífica y necesaria política pública de extensión del metro, vaya acompañada de otras que permitan la preservación del patrimonio y la retención de pobres en esos lugares privilegiados de la ciudad, y no continuemos con este criminal y suicida política de segregación urbana.