De un libro de la Casa Amarilla, con pentagramas sencillos para estudiantes de piano que recién se iniciaban, tocábamos un trozo de La flauta mágica, la canción El cazador de Kurzwald y, ya en la última página, un tema de Juan Orrego Salas.
Este, me desincentivó porque jamás pude dominar siquiera dos compases. Pero “Testimonios y fantasías”, de las Ediciones de la Radio Universidad de Chile, escrito a los 92 años, sí me ha atraído profundamente.
Con filosofía apunta en su “Preludio”, eran memorias y no necesariamente realidades” evocando a Igor Stravinsky.
Lo conocí de muy niño, por única vez, en su casa en El Arrayan donde alojé; una verdadera excursión de fin de semana. Carmen, su esposa de siempre, era alegre y simpática.
En su obra, evoca centenares de personajes. Por ejemplo, la visita a Chile de Leonard Bernstein finamente subraya su egocentrismo, porque la endogamia del judío norteamericano era insoportable. Al leer su descripción de un paseo por la costa durante el cual el director solo aludía a sus propias vivencias, recordé a Miguel Littin quien, al llevarlo a Dauville, en vez de distraerse mirando el pasado del cine policial, hablaba de sus propias películas totalmente ajenas al entornos.
Alude a la cierta frialdad de Gabriela Mistral, señalando que era un talento irrefutable, pero incapaz de apreciar el esfuerzo que a veces desplegaban por ella. En el caso de Orrego Salas, dicho sea de paso, primo hermano de Carlos Altamirano, organizo para Gabriela en casa de sus suegros un concierto radial basado en canciones compuestas por Salas basados en poemas de la mujer del Elqui. Ni un muchas gracias obtuvo de la amiga de Doris Dana.
“No hay mejor forma de evitar el pecado que vivir cerca de este”, le dijo Igor Stravinsky en su visita a Chile cuando el compositor le pregunta porque no hizo música para películas si habitaba en California.
Cuenta Orrego Salas que el ruso en vez de aludir al arte de Euterpe, se le acercó para tocarle los calcetines y luego preguntar donde podía comprar unos parecidos; asimismo por un boliche de corbatas. Inesperado para el chileno que esperaba otra cosa del creador del Pájaro de Fuego.
Admirador de Domingo Santa Cruz, hacia quien no escatima elogios, repasa sus vivencias con Pablo Neruda a quien, tal como a Mistral admira más por su obra que por su persona.
Políticamente comprometido con la izquierda, condena la invasión a Irak y la dictadura de Pinochet y guarda palabras de elogio hacia Michelle Bachelet.
Para los interesados en la historia anecdótica de compositores de todos los tiempos, “Testimonios y fantasías”, enriquece al lector en esta materia, asimismo entrega en forma entretenida y alternada con observaciones existenciales, su visión de la música chilena y sus autores.
Un gran acierto de las ediciones del 102.5.