“Tenemos que construir este domingo una gran mayoría que nos permita avanzar de forma clara en nuestra reivindicación del derecho a decidir y esto sólo lo podemos ganar mediante nuestra fuerza democrática y pacífica”, lanzó Mas a sus seguidores en un multitudinario mitin de fin de campaña el viernes.
Enfrentado al gobierno central de Mariano Rajoy por un sistema fiscal que considera como un lastre a la reactivación económica de esta gran región, muy duramente afectada por la crisis, Mas convocó elecciones anticipadas en septiembre, tras menos de dos años en el poder.
Su objetivo es obtener una mayoría absoluta, que no tiene actualmente, para convocar en los próximos cuatro años el referéndum de autodeterminación con cuya promesa enardeció a sus seguidores un político considerado hasta hace muy poco como nacionalista moderado.
“Está por ver si la estrategia de Mas da resultado”, advierten sin embargo Blanka Kolenikova y Raj Badiani, expertos de la firma de análisis IHS, con sede en Londres.
“Podría ser un arma de doble filo, dado que algunos catalanes deseosos de llevar hasta el fin la independencia no están satisfechos con su enfoque ‘suave’ lo que podría propiciar un mayor respaldo a partidos proindependentistas más radicales como Esquerra Republicana de Catalunya” (ERC), agregan.
Según los últimos sondeos, la coalición conservadora liderada por Mas, CiU, obtendría cerca de los 62 escaños que tiene ahora, en una cámara de 135 parlamentarios, mientras que ERC podría hasta duplicar sus 10 actuales.
Los detractores de Mas lo acusan de haber aprovechado el creciente fervor independentista, que desembocó el 11 de septiembre en una masiva manifestación en Barcelona, para desviar la atención de las duras políticas de austeridad que está aplicando en su lucha contra una deuda de 40.000 millones de euros.
Incapaz de hacer frente sola a sus pagos, Cataluña, con 7,5 millones de habitantes y un 20% del PIB español, tuvo que pedir a Madrid un rescate de 5.370 millones de euros, que muchos sintieron como una humillación en una región que dice pagar anualmente 16.000 millones en impuestos destinados a otras zonas del país.
“Se ha gestionado muy mal el dinero y sobre todo el de los catalanes”, dice una militante de CiU, Elisanda Giró, empresaria de 44 años.
“Necesitamos ganar una mayoría absoluta porque no podemos estar siempre soportando que terceros vengan a decirnos lo que tenemos y lo que no tenemos que hacer”, agrega.
Además de predecir un desastre económico, los partidos opuestos al proyecto de soberanía, encabezados por el PP de Rajoy, defienden que una secesión de Cataluña provocaría una ruptura social entre su población.
Como alternativa, los socialistas catalanes propusieron reformar la Constitución española, adoptada en 1978 tras el fin del franquismo, para dotar al país de un modelo federal. Pero su proyecto parece tener poco eco, según los sondeos, que les vaticinan un derrumbre electoral este domingo.
Mientras tanto, los ojos del mundo están atentos a lo que suceda en Cataluña, especialmente en regiones europeas como Escocia o Flandes que albergan también aspiraciones independentistas, pero asimismo en países como Brasil, Estados Unidos o Japón que movilizaron a su prensa para estos comicios.
“El mundo nos está mirando y el domingo por la noche verá que hay un pueblo en marcha que quiere decidir libremente su futuro y quiere conquistar su libertad”, afirmó Mas el viernes ante sus seguidores y las decenas de periodistasextranjeros acreditados para su último mitin.
“Cuanta más difamación haya” por parte de Madrid “se encontrarán con más democracia en las urnas y más gritos de libertad proclamados por el pueblo catalán”, aseguró.
Hacía referencia al carácter sórdido que tomó la recta final de la campaña, marcada por graves acusaciones de corrupción lanzadas por el diario conservador El Mundo contra Mas, quien las atribuyó al gobierno de Rajoy aunque éste lo desmintió tajantemente.