Estimado director:
Hoy, camino a la oficina, me encontré escuchando su comentario de actualidad sobre el diferendo con Perú.
Sobre la misma y sin tener la tribuna suya, comento mi sorpresa ante sus opiniones, contrarias a lo manifestado por autoridades ayer, en especial, si se me permite interpretar, por “el cambio de opinión de autoridades y ex autoridades chilenas sobre la posibilidad de aceptar o no el fallo de La Haya, lo que -aparentemente- pondría en juego el prestigio de Chile”.
Primero, me parece no entender, ¿de qué prestigio hablamos? Entendemos como ser más prestigioso quien cede terrenos o mar claramente establecidos y nunca antes cuestionado. Acá el punto no tiene nada que ver con el prestigio, eso es un accesorio. Acá el punto de fondo y preocupante es la pérdida de foco en la discusión, que afortunadamente se recuperó ayer. Este no es un problema de forma, no de respetar o no un tribunal. Acá jamás debimos prestarnos para esta infamia, propia de nuestros vecinos que con permanente ánimo revanchista no asumen su realidad. Este problema no es legal, sino un asunto histórico y político. Lamentablemente, en Chile, herencia del regimen dictatorial, tenemos un complejo leguleyo en exceso y siendo hoy un grave error el entregar todo a tribunales para definir.
Lamento el que usted no destaque el fondo de este asunto. La falta de coraje en rechazar y luego necedad en aceptar un juicio, por parte del gobierno de Chile, es quizás un punto que también debe ser cuestionado. Fuimos ilusamente empujados por un personaje peruano de pasado desapegado de normas y caímos en esa trampa.
Sobre el tribunal, imagino que nuestras autoridades entienden por que Perú recurre a La Haya, tribunal de reconocido prestigio e historia de fallos de tipo “salomónicos” (Nicaragua-Colombia es un ejemplo). El prestarnos para ir a una corte sólo demuestra la enorme falta en defensa de nuestros intereses. Aunque debo indicar no me extraña, pues la Cancilleria en las últimas décadas se ha anotado pérdidas de territorio.
Concluyo indicando que sus palabras y comentarios me parecen respetables, pero repudiables y antichilenas. Los territorios y mar justamente ganados por próceres de nuestra patria no pueden entregarse libremente ni dejarse a un tribunal. Los conflictos no se resuelven cuestionando tratados ni entregando tierras, se resuelven integrando los pueblos, apoyándose mutuamente y reconociendo el pasado.
Atentamente,
José Luis Torres
N.de la D:
Lamento la ligereza con que usted me trata de antichileno, cuando lo que he querido es, justamente, salvar el honor nacional de haber comprometido recién el respeto irrestricto al fallo del Tribunal de la Haya, para ahora condicionar su acatamiento a qué éste le dé la razón a nuestro país. Lo que hago es fustigar la demagogia y el patrioterismo de aquellos políticos que borran con el codo lo que firmaron con la mano y que buscan apoyo en personas como usted que basan nuestra identidad y fortaleza en conquistas de guerra, tratados impuestos por los vencedores y en la ingenuidad de pensar que nuestra soberanía radica en regalarle a la explotación del capital extranjero nuestras aguas, yacimientos, bosques y recursos naturales. Soy de los que piensa que ni Chile, ni Perú son dueños de esa porción de Océano que se disputan: son las grandes pesqueras transnacionales, cuyas concesiones se las han otorgado los políticos de aquí y de allá que usted, al parecer, tanto admira y le otorga el título de “patriotas”.
Juan Pablo Cárdenas
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