“A la luz de la historia”, decía Howard Zinn, historiador canadiense fallecido recientemente, “a la luz de la historia se puede constatar que la revuelta no es más que una reacción excepcional al sufrimiento y que los ejemplos de sumisión a la autoridad son infinitamente más numerosos”.
Este juicio podría aplicarse , pensamos, con mucha propiedad a la sociedad chilena actual que después de decenios soporta mansamente un sistema económico-social , el neoliberalismo, que ya ha probado hasta la saciedad los abusos , los desvaríos y las aberraciones a que puede llevarnos.
Esta resignación popular, que se nutre con las vitrinas de los malls y con las tarjetas de crédito, aparece tanto más grave cuanto que nuestra suerte como sociedad parece estar depositada en las manos de nuestras élites, unas élites que lejos de asegurar la durabilidad de nuestra existencia como nación nos llevan a la autodestrucción.
Así, se estaría cumpliendo en nuestro país lo que ya ha sido observado en numerosas ocasiones en la historia, como lo dice el norteamericano Jared Diamond, esto es el desplome y , luego, la desaparición de las sociedades y de las civilizaciones por la incapacidad de las élites para prevenirlos a causa de la ciega defensa de sus intereses inmediatos.
La urgencia de que nuestro pueblo se sacuda de la actual modorra política e intelectual es, por lo, tanto vital. Cuanto más temprano nos aliniemos al lado de quienes se movilizan contra el sistema vigente, más grandes serán nuestras posibilidades de evitar el envilecimiento irreversible en que se quiere sumergirnos o, peor, el sociocidio o suicidio colectivo a que nos empujan ineluctablemente los profesionales del lucro y los detentores de privilegios.
José Cañas C.
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