¿Por qué numerosos chilenos y chilenas respondieron al llamado de la “marcha de los enfermos”? Porque la convocatoria centrada en la creación de un fondo nacional de medicamentos abrió un espectro cargado de necesidades en salud que están saturando a los “clientes/pacientes”.
Lo mencionaba un asistente a la marcha el pasado sábado: “algunos se mueren porque no tienen plata”. Cuando una persona se ve afectada por alguna denominada enfermedad “rara” o crónica con altísimos costos se advierte directamente una conciencia y una mirada crítica del sistema, pero lo que hoy está sucediendo es que cualquier gasto en salud se escapa del presupuesto. Esto a nivel de la prevención, diagnóstico, controles, tratamientos, hospitalización, exámenes, medicamentos, etc.
Las personas afectadas o solidarias con estos casos salieron a marchar el sábado marcando pauta y con demandas claras, rigurosas e informadas. Lamentablemente no porque estemos siendo más preparados u orientados en esta materia, sino porque cada uno de nosotros o nosotras tiene una lista de afectados entre sus amistades, familiares o compañeros de trabajo que permiten ejemplificar este escenario.
El hastío, la decepción, la crisis del sistema o la fuerza de los movimientos sociales pueden ser argumentos juntos o por separado para entender esta reacción que se observó en Santiago y a lo largo del país, incluso en las destacadas y reiteradamente citadas “redes sociales”.
Es que el llamado del periodista Ricarte Soto tuvo eco con numerosas convocatorias en regiones. Las calles de Temuco, Valdivia, Los Ángeles, Chillán, Viña del Mar ,Iquique, Constitución y Punta Arenas fueron parte de la respuesta de un país que clama por dignidad.
La mirada de mercado en la salud pública y/o privada nos tiene en la UTI (Unidad de tratamiento intensivo) No somos clientes en salud, somos seres humanos que se enferman, pero tenemos derecho a sobrevivir o a tener una buena calidad de vida. El escándalo es que sobrevivan los “enfermos del alma” que no reconocen en este tema una urgencia o los que creen, desde el poder, que con medidas “parches” se soluciona un problema tan global.
Tenemos más años de vida, pero ¿Con qué calidad y bajo qué costos? El negocio de la salud, el interés de las farmacéuticas, negligencias médicas, materias legislativas pendientes, todo esto conspira para que los enfermos (pero sanos de espíritu) salgan y sigan saliendo a las calles de la desazón.
Con la genética, lo hereditario o las infecciones no hay mucho que hacer. Pero contar con la mejor manera para enfrentarlas y convivir con ellas dignamente, sí se podrían hacer muchas cosas y así bajar el actual temor de morir en el intento.