Estimado director:

Nos ha tocado presenciar la última jugada política del senador Alberto Espina, en actitud de defensa de su amigo el abogado Carlos Bianchi.

Lamentable y vergonzoso, que un senador de la república se preste para tal juego. El de entorpecer el curso de la justicia, en un afán de disputa para ¡minar la autoridad del poder judicial! Es eso lo primero que se nos viene a la cabeza.

A todas luces, es eso lo que estamos presenciando. Si lo sumamos al juego de Jorge Awad, a raiz de los últimos veredictos dictados por la Corte Suprema, es evidente que politicos que apoyan al gobierno y al empresariado se van en picada contra el tercer Poder.

Pero usar su investidura de senador de la república en el caso Bianchi para este fin es un lamentable error de apreciación o mala táctica política. Eso denota la situación un tanto exasperada de Alberto Espina y sus acólitos. El resultado está por verse, lo mismo que con Awad.

Todo el país lo vío, Bianchi actuó premeditadamente, o sea es un crimen premeditado, y no otra cosa.

Espina y Bianchi tratan de tergiversar las cosas cruzando el delito de robo reiterado por un lado, y el de espera, persecución y asesinato de uno de los delincuentes.

La ley es clara, persecución y captura de los delincuentes. Aprehensión y juicio del abogado Bianchi por crimen.

El abogado Carlos Bianchi, siendo parte del sistema que él ataca, tomó la justicia en sus propias manos. De eso no cabe la menor duda.

Lo que queda ahora es que el Poder Judicial se mantenga firme en su rol de hacer justicia. Que los delincuentes sean juzgados y condenados. El abogado Bianchi lo mismo, esa es la ley. Nadie puede intentar ponerse sobre ella.

¡Señores! ¡Un senador y un abogado! Es inconcebible, ante la ley ellos y los delincuentes son objetos de aplicación de la justicia.

Enrique Salas