Favorecidos e ideologizados

  • 17-05-2013

Siempre insisto en la idea de que entre los que defienden el actual modelo de país (incluyendo sus aspectos económicos, sociales y culturales) hay que diferenciar a dos tipos de personajes: los “favorecidos” que tienen un evidente interés económico para querer que las cosas no cambien y los “ideologizados” que sinceramente ven características virtuosas en el modelo.

Los primeros son pocos, nuestro país es obscenamente segregado en lo que a distribución de riqueza se refiere, así que no más del 1% de los chilenos son los que no tienen autoridad moral para defender la estructura vigente en el país: son los privilegiados. Y entre ellos se cuenta el Presidente de la República y la mayoría de los que ostentan grados importantes de poder.

El gran inconveniente que tenemos aquellos que creemos en otro tipo de comunidad-país es que los “favorecidos” sistemáticamente financian actividades para que aumente el número de “ideologizados” y de esa manera exista un piso para tornar defendible la permanencia de las actuales amarras del modelo. Por supuesto también a costa de mantener a la mayor cantidad posible de personas “ajenas” a la discusión, los eternos alienados de cualquier opinión.

El publicitado acondicionamiento del Estadio Víctor Jara para recibir a “personas en situación de calle”, con camas (“no colchonetas!”) y calefacción es otro ejemplo de esa política de ideologización.

Aclaremos algo: la solidaridad es algo necesario y debe ser enseñada a nuestros hijos desde muy temprano. Pero la caridad es una actitud que, en el mejor de los casos, sólo puede defenderse a escala individual. Yo apoyo a varias personas que sufren dificultades mayores que las que yo sufro sin condicionarlas, pero especialmente sin publicitarlo, por pudor, porque me da vergüenza ver que otros no tienen ciertos privilegios que yo sí puedo tener.

Pero que el Estado chileno gaste unas migajas en “impedir que se produzcan fallecimientos por el frío” no soluciona el problema de fondo y es avergonzante. Aquellos catalogados con ese vil eufemismo de “personas en situación de calle” NO ELIGIERON esa condición: las condiciones estructurales del país las llevaron a eso y la política estatal correcta es aquella que propende a impedir que sigan habiendo personas que acaben mendigando en las calles. Y eso no lo permite el actual modelo supuestamente meritocrático pero intrínsecamente segregador. No puedo demostrarlo en una corta columna, pero la dinámica acumuladora de riquezas NECESITA que parte de la población permanezca bajo la línea de miseria; baste observar cómo aquellos países que efectivamente han erradicado la miseria son aquellos en los que la acumulación ridícula está estructuralmente negada. No existe un solo ejemplo en el mundo en el que la libre acumulación de bienes y la total desregulación del mercado haya llevado a que no existan miserables.

Entonces, para neutralizar la campaña ideologizante, basada en que el actual modelo es tan bueno que hasta permite al Estado comprar unos colchoncitos para los mendigos, necesitamos ser más explícitos en el cotidiano, en la calle, en el trabajo respecto a la vergonzosa política de la caridad: no es rol del estado ser caritativo, no es con caridad cómo se resuelven los problemas: es con políticas REDISTRIBUTIVAS que neutralicen la acumulación libre. Y no se deje usted amilanar por aquellos que lo acusen de asumir que todos somos idénticos o de querer establecer un estado autocrático homogeneizador: no se trata de impedir que los individuos seamos diferentes, se trata de garantizar mínimos de decencia para todos los seres humanos. Eso sólo lo lograremos con cambios estructurales que, por demás, se ven muy difíciles de alcanzar con el actual marco jurídico, de ahí que sea prioritario contar con una nueva constitución que parta de la base de la definición de derechos garantizados (como educación, vivienda, salud, etc…) más que de libertades económicas que en realidad, si dependemos de la caridades institucionalizadas (estatal o privada), nunca han sido verdadera libertad.

Los que queremos otro modelo de país necesitamos reducir el margen de crecimiento de los “ideologizados” para derrotar a los eternos “favorecidos”.

* Jonás Chnaiderman es Ph.D. miembro del programa de Virología ICBM de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. Senador Universitario.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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