En Osorno, en agosto de 1958, ocurrió un capítulo muy “olvidado” de nuestra historia política. Jorge Alessandri era el candidato presidencial de la derecha (Partidos Liberal y Conservador), quien arribaba a esa ciudad sureña a pocos días del cierre de su campaña y del día de elecciones, el 4 de septiembre. Alessandri llegó en tren y caminó desde la estación de FF.CC. con su imponente 1,90 m. de estatura, embutido dentro de un largo abrigo azul de solapas cruzadas, bufanda de vicuña color tabaco pulcramente cruzada sobre una elegante corbata oscura.
Era la suya la imagen clásica de los “caballeros” chilenos. La gente, apostada ordenadamente sobre las veredas, gritaba su nombre vitoreándolo como futuro Presidente de Chile. Alessandri seguía avanzando mientras saludaba con el sombrero en la mano. A su lado y detrás suyo caminaban a pasito rápido un numeroso séquito de notables de la zona, entre ellos el diputado liberal Sergio Sepúlveda Garcés, quienes debían acompañarlo hasta la plaza de Armas, donde el candidato daría un discurso. Era un recorrido de unas 4 o 5 cuadras.
De improviso, cuando ya alcanzaban la plaza de Armas osornina, comenzó a caer una literal “lluvia” de huevos sobre la comitiva y el candidato. Como el tiempo estaba entre lluvioso y soleado (agosto), muchos andaban con paraguas, por lo que de inmediato éstos cubrieron la testa de ojos azules y peinado a la gomina. El postulante al sillón de O’Higgins fue llevado casi en volandas hasta una casa esquina con corredor en altura, detrás de cuyo balaustro lo parapetaron.
Alguien le pasó una banderita chilena de papel. Desde ahí debió dar su discurso hablando sin micrófono ni altavoces. Estaba molesto y sus palabras fueron bravas. Olían a azufre él y los notables que lo acompañaban y el elegante abrigo se apreciaba chorreando huevo y raído en las hombreras y solapas. Fue el escándalo político nacional del momento: ¡le habían tirado huevos con ácido a Alessandri! La derecha lo explotó a través de sus medios de comunicación y Alessandri ganó por escaso márgen a Salvador Allende (33 mil votos) y bastante más lejos llegó el candidato de la DC, Eduardo frei Montalva.
Por meses la investigación siguió su curso hasta que la Policía civil y periodistas del diario local “La Prensa” establecieron que los huevos que se estrellaron contra Jorge Alessandri y sus adláteres habían sido cuidadosamente inyectados con ácido y la sospecha recayó en militantes de la recientemente aparecida Democracia Cristiana osornina. Yo tenía 11 años y fui testigo presencial del hecho. Ese día aprendí el valor del respeto cívico consustancial a la democracia. 55 años después, el hecho acaecido en Arica contra Michelle Bachelet, coroborra cuán lamentablemente volvemos a retroceder en esta materia.