Estimado director:
En algo más de dos meses se recordará el aniversario número cuarenta y tres de la victoria de Allende en la elección presidencial y, luego, un poco más tarde, el cuadragésimo aniversario del golpe de Estado que lo derrocó. Como es normal, estas fechas darán lugar a cierto número de acontecimientos recordatorios y a reflexiones sobre lo ocurrido en nuestro país en la década de los años 1970 y sus consecuencias. El objetivo de estas líneas es, sin embargo, bastante modesto: Recordar algunos elementos que se ha tenido tendencia a olvidar, por una diversidad de razones que no vale la pena enumerar .
En primer lugar, recordar que desde el año 1965, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria MIR, y desde 1967, el Partido Socialista, habían alertado al movimiento popular de la certeza de un golpe de Estado militar en el caso de que la Izquierda chilena obtuviese un triunfo electoral que le abriese las puertas del poder. Sin embargo, estas advertencias fueron olvidadas en cuanto se desencadenó el torbellino de la campaña por las legislativas de 1969 y con mayor razón cuando se inició la de la presidencial de 1970.
Un olvido tanto más trágico cuanto que las advertencias de los movimientos políticos indicados más arriba correspondían a un período, segunda mitad de los años 60, en el cual se elaboraban los primeros planes golpistas de la época por parte de las agencias norteamericanas y los fascistas locales, militares y civiles, quienes consideraban ya como un fracaso la experiencia reformista del gobierno de Frei Montalva y planeaban ponerle un término brutal(ver entre otros Chile Invadido de Eduardo Labarca Goddard, Editorial Austral, 1969).
Por otra parte, antes del triunfo de Allende y, posteriormente, durante el curso del mandato presidencial de éste, una parte de la dirigencia de la Unidad Popular no escatimó esfuerzos para hacer olvidar el pasado represivo y las tendencias fascistas que habían gangrenado las FF.AA. en más de un período de nuestra historia, contribuyendo así a desarmar la vigilancia de nuestra población frente a las amenazas que se dibujaban tan nítidamente ya en el horizonte.
Por fin, haber creido, y haber hecho creer, en la ilusión de una vía electoral para construir una sociedad distinta, es decir una sociedad en contradicción total con los intereses de los poderes fácticos, aparecerá quizás en el futuro como una de las más graves y trágicas faltas que pueda cometer la dirigencia de un movimiento popular .
José Cañas C.
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