Estimado Director:
Muchos de nuestros jóvenes, y también muchos de nuestros compatriotas adultos, no han tenido ni siquiera el derecho a ser informados de la historia constitucional de nuestro país, lo que les lleva a aceptar, mas o menos resignadamente, la camisa de fuerza que es la Constitución que nos rige. Sin embargo, en nuestra historia, y en particular en sus primeros decenios, es decir en el periodo nuestra revolución emancipadora, los casos son múltiples de textos constitucionales imaginativos y progresistas que podrían servirnos hoy en día de fuentes de inspiración.
Recordemos, así a título de ejemplo, algunas de las disposiciones progresistas y libertarias, entre muchas, de las constituciones promulgadas antes de 1830 y la batalla de Lircay, una batalla que significó la victoria de los Estanqueros y conservadores y el comienzo de un largo periodo de autoritarismo.
Así, durante ese periodo, que fue tan vilipendiado por los Pelucones de la época y, después, por sus historiadores, que hablaban de él como de una época de anarquía , se promulgó la carta constitucional de 1823, conocida también como la Constitución Moralista de Juan Egaña . En ésta se estipulaba que el Director Supremo , que correspondía al Presidente de la República del período posterior, podía ser extranjero, aunque se le exigía 12 años de permanencia en el país y, por otra parte, se disponía que en” cada parroquia, distrito o cuartel municipal” con un número de 200 ciudadanos se creara una Asamblea de éstos que podrían calificar o censurar a cualquier funcionario público e incluso al Director Supremo.
Por otra parte, en el mismo año de la promulgación de ese texto la administración dirigida en ese entonces por Ramón Freire había comenzado un ensayo dirigido a incorporar a los pueblos indios al régimen de propiedad.
El recuerdo de esos acontecimientos nos permite medir cuán grande ha sido el retroceso que nuestro país sufrió con esa otra forma de” democracia restringida y autoritaria” que se impuso a partir de Portales , pero esos acontecimientos nos incitan también a retomar , actualizándolo, el combate de nuestros libertadores.
José Cañas C.
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