Señor Director:

El día de ayer contemplé un hecho lamentable, pero que por otro lado me mostró el real compromiso de quienes queremos transformar nuestro país. Pasado el mediodía, un grupo de encapuchados intentaba saquear una sucursal bancaria en Esmeralda con San Antonio; pese a que algunos manifestantes intentaron impedirlo, los encapuchados seguían empecinados en romper la puerta del banco. Un hombre, entonces, se interpuso entre el local y los encapuchados, impidiendo que lo saquearan. Un carro lanza aguas se encontraba frente a la escena, en calle San Antonio, pero no actuó pese a que los encapuchados destrozaban señalética y apedreaban los locales. Tan solo algunos manifestantes hacían frente a los encapuchados, con el riesgo de ser agredidos por éstos. El hombre fue finalmente alcanzado por los proyectiles, comenzando a sangrar abundantemente su cabeza, mientras era sacado por quienes nos encontrábamos en el lugar.

El hombre no era un gerente bancario, ni un oficial, ni un guardia, el hombre era un abogado de la CUT, que al igual que muchos está por la vía de la protesta pacífica. Su actitud valiente sirve de ejemplo de consecuencia y compromiso. El vandalismo en nada contribuye al movimiento estudiantil, la violencia no puede ser un camino: ni cuando viene en la forma de actuar desmedido de parte de FFEE –como se vivió en nuestra Casa Central–, ni cuando proviene de encapuchados, que en un acto irracional destruyen fuentes laborales.

La protesta social debe ser con argumentos, con discusión, con participación, con actos artísticos, con multitudinarias marchas que demuestran adhesión, con paralizaciones como medida de ultima ratio, pero siempre debe ser pacífica y respetuosa de los derechos fundamentales de quienes componemos esta sociedad.

Simón González Barrios
Estudiante de Derecho U. de Chile.