Estimado Director:
No es alejado de la realidad afirmar que el actual debate presidencial y parlamentario es como nunca, pobre en ideas, no está a la altura de la realidad que vive nuestro país ni menos a la realidad internacional. En un momento en el cual los problemas del mundo contemporáneo tienen una raíz común, las crisis económica y financiera que al cabo de treinta años, produjo el predominio del neoliberalismo en el mundo.
Todos nuestros reclamos, por la educación, la salud, el medioambiente, el trabajo digno, se inscriben en las tremendas deformaciones valóricas, culturales y sociales que el sistema produjo a nivel global, sacudiéndonos día a día con la violencia de la especulación y la avaricia. Esto hace que a inicios del siglo 21 nos encontremos frente a situaciones de desigualdad social, desprotección y abuso laboral, explotación y robo de nuestros riquezas naturales, tan brutales, obviamente que en situaciones distintas, como las que el mundo vivió en los albores del capitalismo, situaciones que justamente acunaron las fuentes y razones para las grandes revoluciones sociales de ese tiempo.
Desde la gran depresión económica del año 1929 que no se había producido una situación en la cual un desastre financiero y económico coincidiera con una crisis social tan profunda, agregándole los componentes modernos de la crisis medioambiental y climática a nivel global. Una realidad que nos debiera levar a proponer alternativas que vinculen a las ciencias, la sociedad, al Estado y al potencial humano que tenemos, su preparación, para enfrentar con éxito los fenómenos e impactos de esta realidad que estamos viviendo.
Sin embargo la imposición valórica y cultural que nos asigna el 2 o el 3 por ciento que domina el país, con todos los medios de comunicación bajo su control, simplemente no muestran esta realidad, ni menos la agitación social que a nivel mundial se esta viviendo. Estos dueños de Chile con ingresos de hasta 2 millones de pesos diarios, vs 193 mil del ingreso mínimo o los 500 mil del ingreso promedio del país, se niegan a transparentar la realidad y siguen transmitiendo la falsa imagen de un país que crece y que esta al borde de ser desarrollado.
Pero lo complejo del tema es que los candidatos prometen mas de lo mismo, como si se negaran a mirar el país con los ojos de los chilenos y chilenas que trabajan, de los jóvenes que ya tienen hipotecado su futuro apresados en la desigualdad social, una de las mas grandes del planeta. Un país que lo están desangrando arrebatándole sus riquezas, en el cual el estado es un instrumento subsidiario de los intereses de los grandes empresarios y banqueros, para los cuales las personas somos solo bienes de consumo.
Por estas mismas razones, diferencias mas diferencias menos, desde Europa hasta nuestra América, lo que se reclama son cambios profundos al sistema, una situación histórica que hasta hoy, no tiene una respuesta política que interprete estas aspiraciones, enraizada en la necesidades objetivas de millones de personas. Por el contrario estamos rodeados de candidatos que prometen lo que saben no van a cumplir, con ofertas que van desde el conservadurismo derechista al conservadurismo concertacionista, ofreciendo cambios para que todo siga mas o menos igual.
Por eso estamos conscientes, que la situación del país no va a cambiar en el marco de una democracia representativa de mercado, que produce candidatos competitivos pero sin alma ni corazón, incapaces de diferenciarse del modelo que ya no queremos y que necesitamos remplazar. No se trata de levantar discursos incendiarios sin sustento, por el contrario, lo que queremos es retomar lo que aprendimos durante largas luchas en contra de la injusticia social y en contra de la dictadura, retomando el protagonismo como actores de una democracia participativa.
Por eso y a pesar del susto que ya tienen unos cuantos, el cambio de la Constitución es un clamor social y popular real, reclamando para ello el mecanismo participativo mas eficiente que existe y que no desmejora sino que recupera la participación ciudadana, que es la esencia de la democracia, la Asamblea Constituyente. Esta es la puerta ancha que necesitamos abrir entre todos, para asumir un liderazgo y un protagonismo social acorde a estos tiempos.
Es necesario repetir que nada de esto se podrá lograr por arte y magia el próximo mes de Noviembre, con la elección de una presidenta y sin alcanzar una mayoría parlamentaria efectiva. De hecho la derecha y el conservadurismo concertacionista, ya fijaron como objetivo impedir la Asamblea Constituyente, proponiendo para ello cambios parciales a la Constitución.
Por estas razones, preservar y potenciar el protagonismo social en las calles será determinante, para lo cual los chilenos y chilenas tenemos suficiente experiencia y potencial. Para luchar construyendo un proyecto de alternativa al neoliberalismo, con capacidad de éxito, para lo cual hay que estar dispuestos a ir mas allá de la coyuntura eleccionaria que tenemos enfrente.
Expresado lo anterior en un movimiento social fuerte, esta será la única garantía que señale la ruta a los futuros dirigentes políticos, para que estos se ordenen detrás de una plataforma política común, que avance hacia el primer gran paso, el Cambio de la Constitución a través de la Asamblea Constituyente. Este logro inicial será el que nos permitirá iniciar el camino, para lograr una educación gratuita y de calidad, Justicia Social y democracia sin amarres.
Sin ello no podremos crear un Estado responsable de sus compromisos sociales y económicos, ni establecer controles a la banca y los mercados financieros y al comercio especulador. Para una reforma tributaria eficaz lo primero es la reforma del Estado, para así asegurar que los recursos del país se distribuyan de manera eficiente, entre las necesidades económicas y sociales urgentes que hoy tenemos como país, lo que también incluye la ciencia, la capacidad de investigación y de crear, de innovar en una industria nacional hoy deteriorada y aprisionada por la especulación.
En este camino quienes tenemos un pensamiento de izquierda asumimos el desafío de la unidad política, viejo problema pero no es una utopía. La izquierda tiene que terminar de organizarse, buscando una identidad plural acorde con los tiempos actuales, una identidad que surja de su tradición histórica y de la necesaria apertura a las nuevas realidades, que a mi entender, sin perder su esencia de clases, implica asumir los nuevos símbolos que representan un mundo distinto al que vivimos en las décadas pasadas.
En tiempos de dictadura nos organizamos en las calles, luchamos, resistimos y al final aportamos a sacar a Pinochet del poder, lo hicimos concitando la unidad de los chilenos (as) ante un objetivo común para todos. En este gran esfuerzo la izquierda fue protagonista, hasta que fue copada y marginada por un oleaje aparentemente renovador, pero en esencia accesorio de una fuerza negociadora que hipoteco nuestra lucha por la democracia.
Aquí cada uno puede hablar por su experiencia, pero al decir que las actuales reivindicaciones son parte de sueños interrumpidos, me refiero por ejemplo a que en nuestro caso, cuando en Enero de 1984 empezamos a elaborar nuestro Manifiesto, ( del FPMR ) el primer punto que señalamos fue poner fin al régimen dictatorial. A renglón seguido planteamos la derogación de la Constitución de Pinochet y la organización de un Gobierno Patriótico de Unidad Nacional, que desmontara todo el aparataje de la tiranía, PARA CONVOCAR A UNA ASAMBLEA CONSTITUYENTE que nos proveyera de una nueva Constitución.
En ese minuto junto a las demás fuerzas de la izquierda chilena, interpretamos a la inmensa mayoría del pueblo, aspirando a un régimen plenamente democrático en lo político y en lo social. Desde ese entonces sigue pendiente el objetivo de realizar las transformaciones políticas, económicas y sociales que signifiquen poner fin a la abusiva concentración del poder político y económico en unas pocas manos.
Es hora entonces de revitalizar la energía cívica y social, la calle, los jóvenes y las redes sociales están hablando y manifestando su rebeldía, allí esta el reclamo que construye, ellos necesitan el apoyo para activar mecanismos de una mayor participación. El replantearnos desde los ideales solidarios de la izquierda, con honradez y transparencia, es el único camino hacia la validación de nuestros planteamientos, que sin lugar a dudas son justos e indispensables en esta hora de lucha y dignidad.
La izquierda chilena, los héroes que murieron por este país por su libertad, nos legaron que el futuro lo cambian quienes no se acomodan, que repudian la injusticia y que pelean sin de dejar de soñar. Estamos convencidos que la verdadera emancipación humana exige de nosotros una mirada honesta, con valores que por su legitimidad y aceptación construyan el futuro.
Dr. Enrique Villanueva M
Ex dirigente Rodriguista
El contenido vertido en esta Carta al director es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.