Estimado Director:

Pueblo de borregos es la expresión que alguna vez utilizó el general Charles de Gaulle para referirse a la mansedumbre política de sus compatriotas en periodos importantes de la historia de Francia. El general De Gaulle, jefe de la resistencia ante el ocupante nazi y la figura más emblemática de su país después de Napoleón Bonaparte, tenía bastante razón . De los 40 millones de habitantes que tenía el país en 1939, solo una muy pequeña minoría combatió a las tropas alemanas y su cruel Gestapo, pues una buena parte de los franceses se acomodaron con el régimen colaboracionista de Pétain y una parte de ellos ayudó activamente a los nazis.

En muchas ocasiones he pensado que esa despectiva expresión podía ser aplicada al comportamiento de nuestra población y en particular al de algunas de sus capas sociales . Así, es innegable que el golpe contó con la simpatía abierta de importantes sectores de la clase media, envenenados de anticomunismo, y esto es tan verdadero que, con raras excepciones, los dirigentes de un gran partido de clase media como la democracia cristiana de Aylwin y de Frei Montalva aplaudió entusiastamente el golpe. Fue necesario esperar casi diez años para las primeras manifestaciones masivas de descontento de estos sectores que permanecieron silenciosos y beatos y soportaron todo , todo… salvo que los bancos los privasen de sus ahorros. Y mientras tanto el peso de la represión de los golpistas se había seguido ensañando sobre los pobladores más modestos y los poco numerosos verdaderos opositores.

Hay que reconocer que el comportamiento de unas amplias capas de nuestra población en el periodo posdictadura no nos lleva a cambiar de opinión, pues con la excepción de la valerosa actitud de los estudiantes, los chilenos que ayer se acomodaron de la presencia de Pinochet hoy se acomodan de la dictadura del consumo y de la tarjeta de crédito en el marco de la misma constitución autoritaria.

Y sin embargo, nosotros somos los herederos de un pueblo que resistió durante tres siglos a los españoles y de unos patriotas que tempranamente nos ofrecieron con sus combates la posibilidad de ser libres y dignos. Algún día tendremos que hacernos cargo de esa herencia.

José Cañas C.