La literatura y la poesía de Chile recuerdan este lunes al poeta Pablo Neruda, uno de los dos Premios Nobel de Literatura concedidos a las letras de nuestro país (Gabriela Mistral en 1945 y Neruda en 1971). En todas las regiones de Chile, incluyendo la comuna de Parral, región del Maule, donde nació Neruda, se han realizado homenajes al autor de “Odas elementales” y de “Residencia en la tierra”, dos de las obras de mayor renombre, que han sido traducidas a 35 idiomas.
Entre las actividades oficiales, el Consejo de la Cultura, en Valparaíso, desarrolla una muestra testimonial de fotografías y poemas nerudianos, que se suman a piezas gráficas inauguradas esta semana en 15 trolebuses que ya recorren la ciudad de Valparaíso con la leyenda “Neruda vive”.
La profesora de Castellano de la Universidad de Chile, doctora en artes y filosofía, y académica titular de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad de Concepción, Marta Contreras, recuerda que la irrupción de Pablo Neruda generó en la década de 1960 un quiebre en el escenario poético del momento, donde ya estaban Nicanor Parra, Óscar Hahn, Jorge Teillier, y por supuesto Gabriela Mistral. “Allí Neruda llegó con su forma trascendente y erótica de mostrar al mundo”, recordó la académica.
Respecto de las características esenciales de la poesía Nerudiana, la académica de la U. de Concepción puntualizó que “lo novedoso era que uno descubría el mundo a través de la poesía de Neruda, un mundo como sensorial, de movimiento, de imágenes, de cosas, de objetos naturales. El poeta estaba como instalado en un espacio muy concreto, muy inmediato, pero a la vez, como con una gran presencia de búsqueda por un lado contemplativo, pero por otro lado profundamente arraigado en las cosas, en lo inmediato. Había una combinación de algo trascendente y a la vez algo inmediato”.
Pero la conmemoración de los 40 años de la muerte del poeta, sucede mientras sus restos están exhumados y con un proceso judicial en marcha para averiguar si fue asesinado por la dictadura de Augusto Pinochet.
Neruda, quien además de poeta fue diplomático y senador por el Partido Comunista, murió en 1973, doce días después del Golpe de Estado que derrocó al Presidente Salvador Allende. El acta de defunción de los funcionarios de la dictadura establece un agravamiento del cáncer de próstata que Neruda padecía como la causa de su muerte, pero el pasado mes de abril, sus restos fueron exhumados para esclarecer si fue muerto con una misteriosa inyección inoculada en la Clínica Santa María, la misma donde murió posteriormente, también en circunstancias extrañas, el Presidente Eduardo Frei Montalva.
El académico y abogado patrocinante de este caso, Eduardo Contreras -reconocido por ser quien en su momento logró el desafuero, procesamiento y prisión preventiva de Pinochet- dice que ya hay nuevas evidencias además de las entregadas por el chofer de Neruda, Manuel Araya.
En este sentido, el abogado señaló que “al comienzo eran sólo las declaraciones de Manuel Araya, que tiene el mérito de haber dado el campanazo, de encender luces de alarma y comprobar que efectivamente hasta la propia prensa de la dictadura había informado el lunes 24 de septiembre que Neruda había muerto de un paro cardíaco provocado por una inyección, es decir, Araya nunca mintió y quienes mintieron fueron los médicos de la dictadura al testificar en el certificado de defunción, que Neruda había muerto de cáncer y mienten los que todavía hoy insisten en que Neruda murió de cáncer”.
Importa repasar que restos del cadáver del poeta fueron enviados para su análisis tanto al Servicio Médico Legal de nuestro país, como a la Universidad de Murcia (España) y a la Universidad de Carolina del Norte (Estados Unidos). En esas sedes se realizan pruebas toxicológicas y de ADN, cuyos resultados marcarán el siguiente paso en la investigación sobre la muerte de Pablo Neruda.