Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 28 de marzo de 2024


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La madrugada que siguió (al 5 de octubre de 1988)


Lunes 7 de octubre 2013 6:55 hrs.


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– Atento estudio, dénme pase urgente, por favor!!!

Era más de la una de la madrugada. Jaime Moreno Laval, desde los estudios de Radio Chilena, me presentó y pude salir al aire en directo:

– ¡¡El general Matthei, llegando a La Moneda, acaba de reconocer el triunfo del “NO” !! -dije casi gritando, aunque sin revelar la fuente de mi información…

Hace 25 años, en la central de comunicaciones del “NO”, unos 200 o más periodistas de Chile y del mundo que habían pasado horas trabajando encerrados allí ese 5 de cotubre de 1988, fijaron su atención en la mezanine desde donde transmitíamos para el país. Había hablado yo en voz tan alta que los puse en guardia al dar la noticia para mi medio. Se alistaron las cámaras , se encendieron las luces y los micrófonos… Dos minutos después, Genaro Arriagada, uno de los dirigentes de la campaña del “NO”, entregaba oficialmente la misma noticia: se reconocía el triunfo de la oposición a la dictadura.

El lugar se había emplazado frente al edificio Diego Portales, sede de la Junta de Gobierno. Pero no nos importó. En una explosión de alegría, salimos a la Alameda todos los periodistas, criollos y extranjeros, en mi caso, después de haber estado más de 18 horas informando a través de la querida y recordada decana de la radiotelefonía nacional. El cansancio desapareció en medio de la alegría, los vítores, los abrazos y la emoción que llevó a más de alguno -¿por qué no?- a llorar abiertamente.

Como una mancha de luz atravesamos la ancha avenida principal del pais, a esa hora completamente desierta. Al otro lado de la Alameda, el Diego Portales semejaba un gigantesco buque encallado en la oscuridad de la noche. Allí, en ese mismo momento- Alberto Cardemil, subsecretario del Interior, retenía los resultados finales porque les eran adversos.

Nos dirigimos apenas a una cuadra de distancia, a la sede del Comando del “NO”, mientras comenzaba a llegar el pueblo, mucho, mucho pueblo. La alegría era, de veras, indescriptible. Ví a personas abrir champaña, mientras los automóviles pitaban con sus bocinas el clásico “y-va-a-caer” y algunos se atrevían a abrazar a los carabineros que, claro, desde las veredas vigilaban. Estos parecían no entender nada, pero tampoco reprimían. Era una situación, mejor aún, una sensación indescriptible, casi inexpresable…

Luego, apartándome del jolgorio generalizado, decidí deambular solo por el centro de Santiago, bajo las estrellas que parecían brillar más intensamente esa madrugada, viendo el Mapocho con nuevos ojos, patéandome el Forestal en medio de la primavera nocturna, procesando todo lo que habíamos vivido, para terminar por comprobar -no sin decepción- que el “Café del Biógrafo” estaba cerrado porque, bueno…me moría de ganas por tomarme un buen trago a la salud del futuro…

Hasta que, bien entrada la madrugada, recalé de vuelta en los estudios de Radio Chilena para dar cuenta al micrófono, interrogado por mi querido ex compañero de la Escuela de Periodismo de la UC, Jaime Moreno Laval, y frente al país que continuaba escuchándonos expectante, acerca del conjunto de sensaciones y emociones atesoradas aquel día y desde entonces. Y para contarle a los auditores de mi embriagez (sin alcohol) por la libertad conquistada en aquella histórica jornada…

Habíamos cumplido: fuimos los primeros en dar la noticia, la definitiva, la que permitió al país entender que habíamos derrotado a la dictadura militar. Radio Chilena fue la primera en entregar la información a millones de auditores. Por ello, 25 años después, permíntanme los lectores una disquisición personal: guardaré hasta el fin de mis días como un verdadero honor profesional y personal que fuera mi voz la que logró entregarla.