Nuestra sociedad está viviendo un complejo proceso de crecimiento y desarrollo. Los cambios experimentados por el país en los últimos años, han modificado no tan solo la base material de los chilenos, sino que también su comportamiento y especialmente sus inquietudes y aspiraciones. Es por ello que, producto de la preocupación de la gente, los temas urbanos han tenido una mayor presencia en los medios. Somos testigos de la importancia que han adquirido temas como el Transantiago, la calidad y ubicación de las viviendas sociales, los espacios públicos, las crecientes inquietudes (más mediáticas que reales) acerca de la inseguridad ciudadana, etc.
Pese a esta incipiente y creciente inquietud, hay una notoria ausencia de los problemas urbanos en el debate y en las propuestas de los candidatos a la presidencia. No seria de extrañar que hubiese una presión, abierta o encubierta, sobre la clase política, del sector inmobiliario y de los importadores de automóviles, que en los hechos, poseen el monopolio en la construcción de la ciudad.
Lamentablemente, la participación de los distintos actores que deberían concurrir en la construcción de las ciudades ha sido desigual, a saber el sector público, la comunidad organizada y el sector privado. Incluso, la participación ciudadana prácticamente no ha existido; el sector público, si bien ha dictado las normas necesarias, no ha preservado el bien común, ni ha hecho un monitoreo permanente en la construcción de la ciudad. Ha sido el sector privado el único que ha hecho su trabajo, pero al hacerlo sin el contrapeso de los otros actores, ha privilegiado la ganancia cortoplacista, contribuyendo de esta manera a generar una ciudad caótica y desigual.
En este contexto, la gran responsabilidad de la así llamada clase política, hoy encarnada en nueve candidaturas a la presidencia de la república, debería orientarse a incluir en sus programas en propuestas para capacitar y responsabilizar política y técnicamente al sector publico; marcar la cancha al sector privado; y, promover la participación ciudadana. De esta manera se estaría contribuyendo a la construcción de una mejor ciudad. Única manera de conformar una democracia más inclusiva e integradora.
Al parecer, teniendo en cuenta las vaguedades planteadas respecto a este y otros temas en el debate político, esta temática, crucial para el crecimiento democrático de nuestra sociedad, no será ni siquiera abordada en la actual contienda presidencial.
Una pregunta final:
¿Sabía usted que un urbanismo y una arquitectura de calidad con llegada a todos los chilenos, no tan solo contribuiría a una mayor belleza en nuestras ciudades, sino que además a una mejor vida para amplios sectores de nuestra sociedad, especialmente para los más pobres?