Señor Director,
Con pesar hemos constatado que la tragedia nuevamente asola a nuestros compatriotas. Porque no saliendo aún del terremoto que afectó a la zona norte ahora los habitantes de Valparaíso sufren las consecuencias del incendio más grande de su historia. Ambos ciertamente lamentables y que dejan en evidencia la desigualdad y pobreza que aún está latente en nuestra sociedad. En este sentido llama la atención la cobertura informativa, especialmente por parte de canales de televisión, quienes han utilizado adjetivos tales como “terremoto de fuego” o “tsunami de fuego”. Este último por cierto descabellado y de un profundo contrasentido.
A lo anterior se agrega que las preguntas en terreno con los damnificados tampoco han sido muy empáticas toda vez que, y ante una persona que lo ha perdido todo, aparece el innecesario “¿cómo se siente?”.
Quienes hemos trabajado en medios de comunicación de seguro hemos caído en este tipo de situaciones en más de una oportunidad, sin embargo la experiencia permite adquirir herramientas, tanto de contexto como de conciencia, que contribuyen a mejorar el relato de los hechos sin caer en el sensacionalismo, respetando la objetividad y teniendo siempre presente tanto a la persona como las audiencias.
Los periodistas tenemos un rol importante en nuestra sociedad y hay cuestiones que, definitivamente, no se aprenden en la escuela de periodismo sino que en el día a día. De ahí en más, y especialmente por la masividad y el rol de la televisión, es de suma importancia cuidar y respetar tanto la forma como el fondo del acto noticioso porque no olvidemos que los periodistas también somos personas y, por ende, no estamos exentos de sufrir embates tanto naturales como de otra índole. Y, cuando eso ocurra, querremos ser tratados como ciudadanos, con el respeto que cada uno de nosotros se merece.
Rodrigo Durán Guzmán
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