Marcela Catur, heroína anónima ¿discapacitada?

  • 14-04-2014

Dificultad, compasión, enfermedad, asistencialismo, dependencia, cuidador, ayudas técnicas, teletón, y miles de otras palabras son las primeras que se vienen a la mente al hablar de persona con discapacidad.

Marcela Catur Mancilla, mujer de 24 años, madre, estudiante de Odontología, está demostrando absolutamente que esas palabras no forman parte de su diccionario.

Valparaíso arde en llamas, miles de hectáreas consumidas por un fuego incesante, miles de personas damnificadas, fallecidos aún sin concretar, miles de voluntarios, bomberos trabajando a toda máquina y corazón, animales sin su dueño o perdidos en este mar de cenizas junto con recuerdos, vidas y lágrimas.

En un sector de Valparaíso llamado Recreo vive Marcela, al darse cuenta de esta situación dramática de toda su gente, sin dudarlo, abrió las puertas de su casa junto con su familia y les está dando albergue a 6 personas que perdieron absolutamente todo, un perro llamado Mati y una gatita llamada Pimienta.

¿Qué hace de especial a Marcela que hoy la tomo como una heroína anónima?

Simple, todo lo que hace, cómo lo hace y desde donde lo hace es desde una silla de ruedas. Marcela es lesionada medular, parapléjica.

Junta ropa, alimentos, da albergue, y junto a su hermano Fernando la tarde del domingo parten con el auto cargado y silla de ruedas incluida a apoyar a los damnificados y bomberos.

Miro la televisión y en el mismo minuto que Marcela se apronta a salir, irónicamente una oleada de hinchas sale a la calle festejando un triunfo sobre el equipo popular de Valparaíso, Santiago Wanderers.

Señores de la ANFP, ¿Qué tienen en la cabeza para permitir un partido de fútbol en las circunstancias sicológicas en las que se encuentran los jugadores de Wanderers, familiares abatidos por las llamas, un tercio de la ciudad destruida y ustedes permiten que se realice igual? Estoy segura de que trabajan acá, pero viven en otro país!
La falta de empatía, lo poco seres humanos que se puede llegar a ser, el egoísmo y muchas otras cosas, salen a la luz en circunstancias como éstas.

Marcela nos enseña claramente con su ejemplo, su paraplejia, su silla de ruedas, su conexión con lo que está pasando, que el límite para realizar absolutamente todo está en la cabeza, en esa silla de ruedas mental, en la autolimitancia emocional, en la pésima escala de prioridades que tenemos y en esa falta de no ser capaces de mirar a otro.
Gracias Marcela, a tu familia, gracias a todas las personas que trabajan incansablemente para terminar con esta catástrofe, y por sobre todo a Bomberos.

Dejo abierta las respuestas y cierro la pregunta… ¿Quiénes son los discapacitados ahora?.

Termino mi columna, agradeciendo estar en sábanas limpias, con agua, con luz que me permite ver mis escritos, tibia, en mi hogar, con lo que más amo a mi lado, pensando y esperando que algún día en el ser humano ‘el piloto automático’ se desconecte, y poder ver bajo los escombros de nuestra alma, las cenizas ya quemadas durante nuestra vida.

Con amor para ti amiga Marcela…

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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