Entre estupidos e imbéciles

  • 08-06-2014

La situación se desarrolla el jueves 22 de mayo en un Quincho maravilloso al norte de Punta Arenas, propiedad de personas vinculadas a la cultura y que tienen el atributo  de estar atentas a que el huésped esté bien atendido y feliz.

Esa noche conduje el vehículo con un pasajero a bordo al cual le sugerí que aprovechara su condición para brindar por los dos, ya que el test de alcoholemia, correspondía al que estaba frente al volante en caso de la aparición de los amigos en el camino.

Entre picoteos y choripanes, se me  acerca un señor que dice haber compartido conmigo una noche bien regada hace nueve años en el Club de Pesca y Caza de Concepción. Si yo hubiese tomado unas copas antes, capaz que hubiese reconstituido mentalmente la situación, pero ustedes saben que la memoria a veces se pone algo selectiva quizás con un poco de alevosía.

En un momento dado quise pasear entre otros interesantes concurrentes que reunía empresarios, representantes de medios, un mago y los extraordinarios anfitriones. Pero antes, la persona que tiene un cargo ejecutivo de una empresa vinculada a la producción o envase de bebidas espirituosas, me pregunta:  ”

¿Escuchó ayer el mensaje de la estupida?”

A quien aludía no había donde perderse. Quizás MB no sea en estos tiempos santa de la devoción de muchos, pero la insolencia con la cual el individuo se refirió a la primera autoridad de la nación me pareció fuera de lugar. Sólo atiné a murmurar: “No creo que haya sido peor que el del imbécil del año pasado”, Y no es que crea que el empresario ex presidente lo sea, sino porque fue la única salida que se me ocurrió en el momento.

Lo que pudo parecer un exabrupto, trajo segundas lecturas en la medida en que fueron transcurriendo las horas. ¿Será acaso lo que piensan algunos empresarios sobre MB?  ¿O una forma de aludirla cuando conversan y comentan en su círculo de hierro?

Yo también escuché términos terribles para referirse a “Tatán” cuando era presidente, pero con una fuerte inclinación a la “piñericosa” que a otros tópicos.

En consecuencia, preocupa que muchos pierdan el norte de en cuanto al respeto que merece el o la ocupante de La Moneda.

Hay quienes ciertamente están fomentando una beligerancia, un ambiente especial y que  aborda desde la derecha tradicional hasta el  último pelito de la ceja derecha de algunos DC.  Unos anuncian el advenimiento  de una versión siglo XXI de Patria y Libertad, otros auguran guerrillas en Nahueltume. Un panorama apocalíptico que en nada nos favorece como país, en especial, si la marea de la crisis internacional nos esta tocando. Y sumemos; proyectos como el educacional, el fin del  binominal  y el sistema tributario, todos temas colosales que sobrepasan la capacidad de gestión de un gobierno de cuatro años. Si le sumamos algunas declaraciones inapropiadas y poco claras de ciertos ministros o de sus voceros, además de las descalificaciones contra funcionarios designados por presiones o sin revisión adecuada de sus antecedentes, el asunto carece de gracia.

Y eso que hemos omitido incendios y terremotos.

Todo lo anterior debe de ser analizado ya sea en el parlamento, en el café o en la casa. Pero lo que merece una erradicación drástica y rotunda es la adjetivación insolente cuando se alude a los Jefes de Estado, en ejercicio y los que pretenden llegar o volver a La Moneda.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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