Señor Director:
En atención a la entrevista al investigador y economista de la Fundación Sol Marco Kremerman respecto al salario mínimo en el programa “Semáforo” del día 2 de julio pdo., no deja de sorprender al poner de manifiesto, el contínuo abuso patronal a la cual está acostumbrado a aplicar el empresariado, contra los trabajadores. Y elllo, avalado por un Estado rico cuyas instituciones sí funcionan pero, para un modelo de mercado cada vez más perfeccionado, en función de los grupos económicos. Cada gobierno de turno se enfrasca con el Congreso, en sesudos y largos debates para analizar y, por fín, sacar a la luz un aumento miserable al salario mínimo.
Conjuntamente con ésto, se debate ahora la Reforma Tributaria que es en definitiva, un miserable 5% escalonado al 1% anual pero, como era de esperar, la derecha alineada con la DC., apelan a la política de los consensos para modificar esta mini reforma.
Pero, lo más relevante y revelable, es lo que está pasando con los concentrados del cobre que, precisamente, están íntimamente relacionado con los ingentes recursos que necesita el país, para solucionar las eternas injusticias sociales. Durante los 24 años desde que se inició la “democracia”, los Concentrados del Cobre han sido el “producto” estrella desarrollado por todos los gobiernos incluyendo el de la Alianza, y hoy Nueva Mayoría, que encubre el colosal saqueo de nuestros recursos.
Pero vamos al grano:
Existe un trabajo de investigación del Profesor y Decano, Doctor de la Facultad de Ciencias Naturales y Exactas de la Universidad de Playa Ancha Juán Camus A., donde pone al desnudo con cifras y datos inequívocos, el despojo inaudíto de nuestra principal riqueza, y sus derivados. Ya hace años, desde el primer gobierno de la Concertación del presidente Aylwin, el ex senador Jorge Lavandero viene denunciando esta gigantesca estafa a nuestro país. Es tal la magnitud de recursos que se van al extranjero sin pagar ni un centavo, que se ha ido tejiendo un siniestro entramado de complicidad, silencio y secretismo culposo, para facilitar el saqueo.
Según el Profesor Juán Camus A., en sus “Cuadernos de Educación” realizado en 2012, sostiene que el 98% del metal rojo producto de 100 toneladas de concentrado, tienen un valor de US$ 192.121 (considerando a 4 dólares la libra) y, el resto, el 2% lo que representa las “impurezas” estimaba un valor de mercado equivalente a US$ 9.264.979,55 (por cada 100 toneladas-tn- de concentrado) Aquí, tenemos una diferencia substantiva, respecto al cobre habida cuenta que sólo el 2% de las “impurezas”, valen más de 9 milones de dólares y, el 98% de cobre, no alcanza los 200 mil dólares. En ése 2% de mal llamadas impurezas que van en el concentrado, contiénen oro, plata, zinc, platino, niquel, molibdeno, renio titanio, entre otros metales que sería largo enumerar. A éstas “impurezas”, hay que agregar el azufre que no se valora, porque se considera un lastre; sin embargo, las 100 toneladas de concentrado, contiénen 30 toneladas de azufre con el cual se pueden producir 100 toneladas de ácido sulfúrico y, esto, nunca se ha considerado en los cálculos es decir, se regala al igual que el resto de las “impurezas”, o material estéril. Hay que considerar que durante la dictadura y los anteriores gobiernos, Chile exportaba azufre, como ácido sulfúrico. Ahora, debe importar millones de toneladas de este mismo ácido, en circunstancias que podría ser un producto del mismo.
De acuerdo a las exposiciones y conferencias del ex senador Lavandero que ha dado a través de todo el país y acorde al diagnóstico del Profesor Camus, permiten sostener que debieran salir desde Chile aproximadamente, 8.709.451 toneladas métricas húmedas-TMH- de material, conteniendo concentrados de cobre (2%) y, para tal efecto se necesitan gracias al cobre, una flota mercante con más de 70 barcos, que hoy pagamos todos los chilenos a terceros. Según el Profesor Camus, un concentrado de cobre puede contener entre un 30 y 50% del metal rojo y el resto, de metales que están presentes en porcentajes mucho menor pero, son más valiosos que el cobre mismo.
Finalmente, en las más de 8 millones de toneladas que han salido del país, van aprox., 6 millones de toneladas de material estéril que son las piedras, rocas y tierra, que podrián ser utilizadas en otras faenas, como la construcción.-
Si bien es cierto que la dictadura sentó las bases para desnacionalizar el cobre, fueron los sucesivos gobiernos de la Concertación y de la Alianza, los que llevaron a cabo el gigantesco saqueo a nuestra principal riqueza, como también a las “impurezas”.
Estamos ante un gigantesco fraude al Estado de Chile, que hay que seguir denunciando aunque quedemos roncos. No es posible que se vayan al extranjero miles de toneladas de metales preciosos que se traducen en otro tantos miles de millones de dólares que, como decía el Presidente Allende, “van a tonificar economías extranjeras” o, en su defecto, van a parar a los paraísos fiscales. Hay una especie de poder paralelo entre bambalinas como lobystas, operadores políticos, asesores, planificadores económicos, teóricos del despojo y, todo tipo de animalejos que conforman la fauna político-corrupta vende patria que funciona desde 1990, para servir a sus patrones nacionales y transnacionales, como sus más fieles lacayos. Salvo honradas excepciones abandonaron estos conglomerados, y muy pocos siguen en el parlamento por dignidad, y principios intransables.-
Decía Armando Uribe Premio Nacional de Literatura respecto a los poíticos: “…Dirán que esto es quijotesco. Los que mandan quisieran reirse de los que no mandamos. Pero no saben, ignorantes, además de maliciosos, que Don Quijote, en fín, era el amo de Panza. El espíritu de la Patria es superior, en si mismo, a la obra y las asechanzas de los vende-patria”.
Finalmente, la madre Sor Teresa de Calcuta solía decir que el egoismo, es la causa de todas las injusticias sociales y, la codicia, es una grave enfermedad del alma .En éso se han transformado muchas de nuestras autoridades, y empresarios. Es una clase político- empresarial enferma del alma.-
Le saluda atentamente,
Eduardo Villegas T.
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