Competencia para el dólar

  • 24-07-2014

El Baltic Dry Index o Baltic Exchange es un índice de los fletes marítimos de carga a granel seca en unas 20 rutas claves de todo el mundo y que corresponde a un cálculo diario de la media del precio del transporte por mar de las principales materias primas sólidas y a granel, como carbón, mineral de hierro, granos o azúcar, en barcos de diversos tamaños. Sus números reflejan la cantidad de contratos de traslado que se cierran en las principales rutas marítimas mundiales.

Obviamente, en la medida en que la economía mundial cae, se reducen los contratos de transporte de materias primas y el Baltic Dry Index desciende. Por tanto, se considera un indicador adelantado del mercado y un eficaz termómetro de la evolución de la economía internacional.

En la actual crisis el Índice es, pues, revelador: entre el 2010 y la semana pasada, el Baltic ha caído desde 4 mil puntos hasta 800, lo que no solo muestra la fuerte disminución del comercio mundial, sino el impacto que este proceso tiene sobre el tipo de cambio dólar con otras monedas fuertes, pues durante décadas, la mayor parte del comercio internacional se ha realizado en dólares.

El hecho que diversas naciones estén comenzando a realizar intercambios mediante otras divisas, como China con Rusia o India, o que productos como el petróleo estén también siendo convenidos en otras monedas han impactado sobre la divisa verde, generando una reorganización del comercio global. Y esta operación ha tendido a fortalecerse luego que los países BRICS anunciaran la creación de su propio banco de desarrollo, buscando competir con el Banco Mundial y enfocarse en los problemas de los países emergentes y la cooperación intra naciones de clase media.

Rusia y China han aumentado fuertemente sus relaciones comerciales. El primer viaje del presidente chino Xi Jinping fue a Moscú y en la crisis de Crimea, China ha mantenido silencio, no obstante haber invertido en tierra de cultivo en Ucrania, llegando a tener el 5% de su tierra cultivable. Asimismo, un acuerdo que ha demorado décadas, parece a punto de suscribirse. Mediante aquel, Rusia vendería a China 38 mil millones de metros cúbicos anuales de gas natural con la opción a aumentar la cantidad a 60 mil millones en los próximos 30 años. Para ello, se requiere de un gasoducto que Gazprom estudia a un costo de 40 mil millones de dólares.

Y si, como se ha informado, a partir de la crisis ucraniana y del avión derribado, Europa planea interconectar su red de gasoductos con Argelia, a través de España, los rusos podrían reemplazar esa demanda perdida, vendiéndole su gas a China. Bejing, por su parte, ha prometido una inversión de 20 mil millones de dólares en Rusia en puertos, aeropuertos y carreteras, generando un megaespacio económico que reduciría aún más la circulación del dólar. Una buena señal sobre la profundización de estas relaciones sería que Rusia adoptara próximamente el sistema de pago electrónico chino UnionPay, el tercero más importante del mundo, detrás de Visa y MasterCard.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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