Desde que comenzaron las movilizaciones sociales contra la educación de mercado, los sectores más reaccionarios de nuestro país han rasgado vestiduras acusando a los estudiantes de politizar el debate en materia educacional. Ahora, estos mismos sectores obvian que el modelo actual, en palabras de la misma OCDE, “está influenciado por una ideología que da importancia indebida a los mecanismos de mercado” (OCDE, 2004).
Como sabemos el actual sistema establece principios fundamentales como la libertad de enseñanza (traducción al mercado educacional de la libertad de empresa), la regulación mediante mecanismos de competencia entre escuelas, el funcionamiento en base a incentivos, la comprensión de los actores como poseedores de una racionalidad economicista y tiene como motor principal el lucro (ya sea de manera explícita o implícita). O sea, prácticamente podría utilizarse el modelo educacional chileno como ejemplo ideal para un texto de introducción a la economía neoliberal de primer año de universidad. Pero al parecer, por alguna razón extraña, ese conjunto no constituye una ideología.
Sabemos también que los grandes beneficiados de este modelo de mercado han sido los que están en la cúspide de él, ya sea las familias pudientes que pueden colocar a sus hijos en las mejores instituciones del país o los grandes consorcios educacionales que han utilizado estos mecanismos para aumentar sus arcas personales. Es propio de los sectores dominantes de una sociedad hacer exactamente lo que está haciendo la derecha hoy en día, plantear lo que existe como normal y ocultar tras esa normalidad el contenido ideológico de su propuesta.
Nosotras y nosotros, las y los estudiantes, por el contrario, somos parte de una generación que le perdió el miedo a la política. No nos interesa ocultar aquello que pensamos y cuáles son los principios que están detrás de nuestras propuestas. Justicia, igualdad, solidaridad social, redistribución de la riqueza, derechos sociales, son algunos de los cimientos que están a la base de lo que han sido nuestras demandas educacionales. Lo hemos dicho claramente: no queremos más mercado educacional, y cuando decimos eso, no decimos únicamente que se deje de lucrar, sino que se elimine todo funcionamiento de base mercantil, así como cada nicho de negocio. La mezcla de ambas cosas, de los principios detrás de nuestras propuestas y de la eliminación de la educación de mercado, es lo que nosotros hemos llamado un Nuevo Sistema Nacional de Educación Pública.
Después de 8 años de movilización continua, hoy nuestro país enfrenta una importante posibilidad de dar un golpe de cátedra a una de las puntas de lanza de nuestro modelo neoliberal: el sistema de educación. Existe un apoyo social transversal y ampliamente mayoritario hacia la construcción de una educación pública, gratuita y entendida como derecho social, es decir: justa, igualitaria, democrática e inclusiva. No sólo está el apoyo social a esa reforma, sino que además el gobierno, que gracias a las banderas del movimiento estudiantil y otros movimientos sociales llegó a ser gobierno, tiene amplias mayorías parlamentarias para poder sacar adelante estas reformas y dejar a la derecha donde le corresponde, en la defensa de lo indefendible, fuera de las fronteras del debate.
Sin embargo, llama la atención que hasta ahora las señales mostradas no apunten hacia ese camino. Lo único que se ha visto son proyectos de ley elaborados a espaldas de los actores sociales, un plan de participación limitado y sin rumbo, y las últimas declaraciones de altos dirigentes oficialistas que llaman a replicar el acuerdo alcanzado con la derecha en materia tributaria, ahora en educación. Con esto, otra vez la Nueva Mayoría muestra que es la misma Concertación de siempre, y que su compromiso ideológico con el modelo neoliberal (que tal como la derecha lo oculta en el discurso tecnocrático) sigue intacto.
Acá no hay acuerdo posible entre los dos modelos, estamos ante una cuestión de principios mínimos: de definir si queremos mantener los pilares del modelo actual o si queremos trocar esos pilares por los del Derecho Social. Los únicos acuerdos posibles son al interior de cada una de las propuestas, es decir, o se generan acuerdos al interior de la propuesta neoliberal –la actual- lo que se traduciría en la tradicional política de consensos y en el control de los excesos del mercado, o se generan acuerdos dentro de la propuesta de cambio estructural y se avanza en la construcción de un Nuevo Sistema Nacional de Educación Pública. Es decir, o se acuerda con la derecha y el gran empresariado, o se generan los marcos de acuerdo para construir en conjunto con el Movimiento Social este nuevo sistema, que entienda a la educación como derecho social y extirpe el mercado del sistema educacional.