OCDE: Tributos e Igualdad

  • 19-08-2014

A propósito de la reforma tributaria en Chile y el impacto que ésta debiera tener en superar la desigualdad, como ha sido la promesa, un reciente estudio de la Organización Europea para la Cooperación Económica (OCDE) denominado “Income inequality and growth: The role of taxes and transfers”, permite algunas reflexiones respecto del caso chileno.

El trabajo apunta a los ingresos de mercado de los hogares y las entradas disponibles después de impuestos y no a las transferencias, como gasto público en educación y salud, que están entre los más relevantes en la generación de la inequidad de ingresos.

Entre sus principales conclusiones, la OCDE destaca que la desigualdad de ingresos después de impuestos y transferencias se debe principalmente a la dispersión de las rentas del trabajo y la prevalencia de un alto nivel de empleo parcial o desempleo. Pese a su mayor dispersión promedio, el auto-empleo y los ingresos de capital juegan un papel menor en la desigualdad.

 

Meza

Concluye, asimismo, que en la media OCDE, tres cuartas partes de la reducción de la desigualdad es gracias a las transferencias. Según la investigación, realizada en 2012, en algunos países las transferencias en efectivo son de pocas cantidades y enfocadas a las personas de menores recursos, mientras que en otros, la política es más a lo largo de la vida, en vez de buscar impactos individuales inmediatos, como, por ejemplo, los bonos.

Otro aspecto relevante es que el impuesto sobre la renta en la mayor parte de los países analizados tiende a ser progresivo y que los tributos al consumo y bienes raíces suelen absorber la mayor parte de los ingresos corrientes de los que tienen menos. En los hechos, el cierre de brechas de elusión o excepción, junto a una reducción de las tasas marginales sobre el trabajo, podría fomentar un crecimiento más equitativo, según la OCDE.

El estudio añade que los tributos sobre la renta personal y empresas son los más distorsionadores, pues tienen impactos negativos sobre la intensidad de uso de mano de obra, la productividad y acumulación de capital. Asimismo, los países más desiguales en ingresos, como Chile, tienden a redistribuir más a través de impuestos a los ingresos del hogar, mientras países con tributos más altos tienen menos impuestos progresivos a los hogares. Es decir, impuestos altos no significan necesariamente más igualdad o mejor redistribución, pues o hay una combinación de impuestos a favor del consumo y contribuciones a la seguridad social, más que sobre la renta personal; o la progresividad de los tramos impositivos es limitada y/o la progresividad fiscal se debilita por altos gastos estatales en beneficio de los grupos de ingresos más altos.

El trabajo muestra que EE.UU. Israel, México y Chile, junto con tener una alta concentración en trabajo, auto-empleo y capital, tienen ingresos muy desiguales y mayores niveles de pobreza, ubicando a Chile con el más alto coeficiente de Gini de la OCDE y destacando que los ingresos del hogar en nuestro país son solo levemente superiores a los que provienen del auto-empleo o de la renta del capital, la que es similar a Israel y superior a la de EE.UU. y México.

Así, para Chile la desigualdad del ingreso laboral y del auto empleo serían los principales factores contribuyentes a la dispersión de entradas de los hogares, mientras que el elemento que menos impactaría en la igualdad serían las pensiones, pues éstas las reciben todos los mayores y los que tienen mejores planes de retiro, que suelen ser los más ricos, se benefician más de sus ingresos. Los impuestos sobre la renta, en tanto, siendo progresivos, pesan más sobre la desigualdad que los tributos sobre bienes raíces y consumo que son más neutrales. Las transferencias del Estado enfocadas hacia los grupos de menores ingresos podrían reducir más eficazmente la desigualdad.

Finalmente, el estudio dice que algunas reformas de los sistemas fiscales y transferencias analizadas suponen doble dividendo en reducción de desigualdad y aumento más rápido del PIB per cápita. En efecto, según la OCDE, la reducción de los gastos fiscales que benefician a los más ricos, contribuye a ambos objetivos: equidad y crecimiento. Asimismo, el desplazamiento de impuestos complejos hacia tributos que distorsionan menos, especialmente al trabajo y consumo, podrían mejorar los incentivos para trabajar y ahorrar, pero pueden aumentar desigualdades.

 

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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